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miércoles, 15 de diciembre de 2010

Cosas que nos sorprenden de Sudafrica

   Durban     Después de unos cuantos días en Sudáfrica, aun no sabemos, por qué no hay ni motos, ni perros en este país. Lo que si empezamos a tener claro es, que el organismo de un negro subsahariano, se regula de forma distinta al de un blanco. En el interior de algunos autobuses interurbanos y edificios, con mas de 30 grados y bochorno, nosotros sudando y ellos, tan panchos. Algunos, hasta con manga larga y polar. Lo que para nosotros es un horno, para ellos resulta un frigorífico.

       Pero, blancos y negros, si tenemos como punto de confluencia, el fútbol y la cerveza. Disponen de marcas excelentes -se beben en botellas de 75 cl.-, al igual que de vinos.

       Este es el país con más centros comerciales, supermercados, neveras de refrescos, billares y peluquerías, del mundo. ¡¡Lo juro!!. Respecto a estas ultimas, las hay desde las mas elegantes, hasta portátiles, bajo unas lonas en plena  calle. No solo te hacen las típicas trencitas, sino que ofertan hasta 48 cortes distintos para chico, expuestos en un cartel, tan alegremente. Sudáfrica es una nación tan colorida, gracias a su buen gusto: Nunca se ve a una sola mujer mal conjuntada, a pesar de la variedad cromática de sus ropas o con el turbante -o como se llame el gorro/pañuelo- desaliñado.
                                                                                                               Ciudad del Cabo
Hace un par de días, vimos la primera vuvucela. Más bien, nos la trataron de vender a cinco rands (50 céntimos). Era, promocional de Coca Cola y ni sonaba (o nos faltaron pulmones).

Aún, infinidad de gente trata de sacar partido en sus quehaceres diarios, a camisetas amarillas -de baja calidad-, que debieron regalar masivamente, durante el mundial (aunque hoy en los puestos callejeros, te las venden por cuatro euros).

          Nos llevamos grandes recuerdos de Durban, en forma de playas y crisol cultural afroasiático. Pero también, decenas de picaduras de mosquitos. La guerra la perdimos, claramente. Pues, en dos noches, solo seis o siete de ellos causaron baja (menos mal, que esta vez tomamos Lariam, profilaxis contra la malaria.

          Escribo desde Pietersmarizburg, en un decadente bar de las afueras, en un township, al lado de nuestro aún mas decrépito hotel. Las camareras -como si se tratara de la prisión de Alcatraz-, sirven detrás de rejas, por lo que resulta difícil, agarrar tu cerveza (por supuesto, después de soltar el dinero). La televisión y el espacio de maquinas tragaperras, también se hallan enjaulados. Aun así, la vida sigue como si tal cosa.
                                                                                                Pretoria  

1 comentario:

Eva dijo...

Vamos muy retrasados con la ;publicacion de posts, que si tenemos ya escrittos a mano. Manana parrtimos para Ciudad del Cabo, desde Blounfontein.