Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.

miércoles, 23 de mayo de 2012

Carretera al infierno

             Hoy tocaba martirio. Será por ser viernes, que no nos podemos olvidar, que estamos en un país musulmán, aunque a su manera, dado que ni el cerdo, ni el alcohol, ni la escasa vestimenta, están vetados a nadie.

                                                                                        Ziguinchor
            Abandonamos nuestro alojamiento, aún sin haber amanecido, guiados por la luz de una linterna. Nada nuevo en África. El único transporte, que hay para ir a Tambacounda, es el maldito taxi “sept places”. Se trata de antiguos renaults 12, vendidos de quinta o sexta mano, desde el primer mundo y en los que se usan hasta la perrera, para colocar a los pasajeros, sentados sobre el cubre-ruedas.

Ni son baratos, ni paran para orinar, pero no hace falta, aunque te tires diez horas, para hacer 380 kms. El asfixiante calor exterior –lo que peor llevo de este viaje- y el interior, que nos proporcionamos todos los pasajeros, bien juntitos, secan cualquier vejiga. Eso sí. Sólo los blancos sudamos. Dos pasajeros sentados delante de nosotros, viajan tan campantes, con su gorro y su bufanda de lana.  

            Las paradas son interminables, por razones múltiples y nunca explicadas: para recoger papelitos y entregar dinero, para una supuesta reparación, que nunca llega -cerca de la frontera de Guinea-Bisau-, para comprar líquidos y sólidos, siempre que algún pasajero se queje o para echar gasolina varias veces .Sólo consideramos lícitas, las cinco veces, que nos paran en controles militares –siempre cortos y solo en territorio de Casamance-, en los que sólo dos y con desgana, piden la documentación.
Ziguinchor
            El paisaje es anodino y seco, sólo aliviado por las intermitentes aldeas, de casas cónicas y cercadas con cañizo. Las piernas se quiebran, las rodillas duelen hasta enloquecer y la mente se dispara, no siempre por el buen camino. El único entretenimiento que encontramos, es ir cronometrando, lo que tarda el vehículo, entre los distintos mojones kilométricos, a modo de competición.

Pero, lo peor es la carretera. Nunca vimos una igual y tampoco unos amortiguadores peores. Está en tan mal estado –llena de profundos socavones y extraños relieves-, que los coches, cuando pueden, prefieren ir por los arcenes de tierra, llenando el interior del vehículo de polvo, aunque viajemos, como siempre aquí, con las ventanillas herméticamente cerradas. Otra opción –si está en mejores condiciones-, es circular por el lado contrario del carril, como si nada. Menos mal, que no hay casi tráfico y que los chóferes son expertos en conducción extrema.

            Exhaustos, llegamos a Tambacounda. Los negritos muestran tranquilidad. Los dos blanquitos, euforia, que va desapareciendo, una vez que nos toca andar varios kilómetros sobre la arena, para encontrar alojamiento económico –los de la Lonely se han disparado de precio- y como siempre, con el sol cayendo de plano.
                                             Tambacounda
            La localidad gira en torno a una rotonda, de la que se despliegan calles anchísimas, con las casas de una planta. De dos, como máximo, en los edificios más lujosos –como no, los de los bancos-. Nos desanimamos y barajamos la posibilidad de cancelar el periplo por Mali.

            Unos minutos después aparece un alojamiento adecuado y barato y al retornar al centro, un espléndido bar, donde tomamos la cerveza más rica y fresca, de todo el viaje. Hasta este momento, la única satisfacción del día, había sido tomar una bolsa de agua fría, en una de las paradas y otra de patatas fritas de 10 gr., casi a punto de caducar, atentamente regalada por el encargado del supermercado de Ziguinchor, por ser clientes habituales (dos días).

1 comentario:

Eva dijo...

Este y el post de más abajo, fueron escritos, originariamente, entre el 16 y el 19 de marzo, de 2.012.