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jueves, 17 de mayo de 2012

Dakar, de noche, mejor que de día


            Dakar es una ciudad llena de señales de prohibido aparcar, que los lugareños mueven alegremente, según les convenga o basándose en criterios, para nosotros desconocidos. Llegamos de noche y es cuando descubrimos, el Dakar más maravilloso, callejeando por las arterias laterales, de la plaza de la independencia.
                                                                               Dakar
Nos movemos casi a oscuras, solo iluminados por las luces del tráfico –fundamentalmente, taxistas- y por las de las tiendas abiertas –fruta, bebidas alcohólicas u otros varios productos- o las de los bares y clubs nocturnos. Para comprobar lo que ofertan, los numerosos puestos callejeros, hay que agudizar la vista y tener, tanta intuición, como suerte. Salvo para los de Nescafé –aquí y a estas horas, apenas ofrecen café touba-, que huelen a distancia.

            De día, la cosa cambia y la ciudad pierde brillo. Aunque, es apacible y escasamente caótica, comparada con otras capitales africanas. Hasta hay voluntarios –más o menos los respetan-, controlando las zonas de tránsito más conflictivas. Los atractivos turísticos, no son demasiados y algunos incluso, han cambiado su función, han sufrido el devenir del tiempo o el peor castigo de la dejadez, tan típicamente subsahariana.

Los dos mercados de la ciudad, son distintos. En uno –de bello edificio- se vende fresquísimo pescado y marisco –langostinos, casi como pulpos-, que nos tratan de encasquetar y que hubiéramos adquirido, de tener como cocinarlos. Del otro, no merece demasiado hablar, aunque bien valga darse una vuelta.
Dakar
Para  los presupuestos ajustados, Dakar se limita –siendo muy caros los hoteles-, a almorzar  thiéboudienne , en auténticos y atractivos puestos callejeros, que se montan por la mañana y se desmontan por la tarde. Se ingiere en platos hondos de latón y mejor no ver el proceso de lavado de los mismos –por falta de agua corriente-, aunque si procuran la mayor higiene posible. Para los más desahogados, existe la posibilidad de sacarse un abono mensual de una piscina de hotel, a 120 € o comer latas de sardinas, a 2 €  la unidad, pollo a 8 € o un plato de lasaña, a 10 €, en el supermercado más solvente de la ciudad, dotado de productos franceses y cuyos clientes son blancos (o chachas negras).
                                                                                      Dakar
            Los borrachitos, campamos a nuestras anchas en esta ciudad. Buena cerveza, a 80 céntimos –medio litro- y botella de ginebra o güisqui, a 2,20 €. Al atardecer, la ciudad es tomada por corredores y trotadores –lugareños y turistas-, que recorren la línea costera, desde el punto más occidental de esta ciudad, donde se observan bellos acantilados y a gente, que –sin tener otro remedio- ha ocupado el bonito lugar, para tener una mísera forma de vida.

            Si todo va bien, tendremos que volver, al menos, dos veces más a esta ciudad, por lo que aún tendremos mucho tiempo, de seguirla saboreando y de emitir más opiniones.

3 comentarios:

Eva dijo...

Los tres posts publicados, fueron escritos entre el 28 de febrero y el 2 de marzo, de 2.012.

Anónimo dijo...

Hola.

Me alegro de que estéis de vuelta. Y, sobre todo sanos y salvos,
depués de las aventuras que habéis corrido en Mali. Estoy deseando
leerlo.

Muchos besos

Marisa López

Eva dijo...

Gracias, Marisa

Ya dentro de poco, publicaré lo de Mali, en el blog.

Saludos

Eva