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domingo, 12 de agosto de 2012

Buena vida en Filipinas


Cuando hablaba el otro día, de que aquí están sentados en la moto, viendo la vida pasar, me refería a los hombres. Las mujeres en el tercer mundo, curran como locas: En los mercados, en la venta ambulante, recogiendo el arroz en los campos (que es bien duro) cuidando a la prole...
 Vigan (Filipinas)
            En Filipinas, apenas existe esa actividad contemplativa de la vida. Aquí, la gente trabaja y no se dedica a dar la brasa a los turistas. Una profesión muy demandada por estos lares, es la de vigilante de seguridad. Está lleno de ellos y hasta en el acceso al transporte publico, te hacen cacheos a fondo.
                                                                                    Banaue (Filipinas)
            El patrimonio que tiene este país, es herencia de los españoles, pero la colonización económica corrió a cargo de los norteamericanos, que hasta les vendieron trastos inservibles, como son los jeepnies, jeeps de la segunda guerra mundial, pintados de colores, que aquí sirven ahora para el transporte publico (son lindos).

             Filipinas es una extraña mezcla de lo español, lo americano y del peculiar estilo de vida asiático. Una combinación realmente agradable. Aquí se llaman Ángel, Adela o María y se apellidan del Prado, Robledo o García, pero no hablan ni una sola palabra de español (bueno, si las hablan, porque el tagalo contiene hasta un 30 por ciento de vocablos en nuestro idioma, pero ellos lo desconoces). La mayoría de las calles también tienen nombre español, bien de generales, de regiones o países (Extremadura, Andalucia, Valencia, España…) o de otros personajes, pero al pronunciarlas por ellos, no suenan a nuestra lengua.
              Banaue (Filipinas)
            Y hay platos de comida -bastantes-, también tienen nombres patrios: Arroz caldo, longaniza, lechón asado, adobo (una rica salsa de soja y vinagre), calamares..., pero salvo estos últimos, poco tienen que ver con lo que comemos en España.

            Eso si, al menos aquí, no nos confunden con italianos y nos identifican como españoles. En el resto del sudeste asiático, lo único que saben de España, es que es un lejano país, que no consiguen ubicar, pero que si conocen que gano la pasada Euro.
                                                                                    Sabang (Filipinas)
            Al llegar a Filipinas, nos sorprendió que la fruta costara una fortuna (un kilo de sandia, lo vimos hasta a 3 euros), pero nos aliviamos, al ver el del litro de cerveza (60 céntimos), el de la botella de ron (menos de un euro), el de la coca cola de litro y medio (50 céntimos) y, aunque no fumamos, el del cartón de Fortuna (algo mas de dos euros). Y es que aquí fuman fortuna y beben San Miguel. Así que nos dijimos: ¡¡¡Viva  el escorbuto y que le den por el culo a la fruta!!!!

            Estamos felices, por haber abandonado Ramadania y haber vuelto a la alcohólica cristiandad, aunque cuando regresemos a Malasia el día 24, todavía estaremos en el mes sagrado musulmán.
                 White beach (Filippinas)
            Ayer dejamos Manila, una agradable ciudad llena de cosas que recuerdan a España, aunque el insoportable olor a humedad hedionda y rancia, con aromas dulces -típica de la época de lluvias-, hace el ambiente irrespirable.

            Hoy estamos en Vigan, comiendo ricos espaguetis -que también son de arroz y no de harina- y lechón asado, tomando cervecitas frescas y fumando baratos puros larguísimos, hechos a mano y a siete céntimos de euro la unidad. Y todo eso en una ciudad, que recuerda al Imperio por los cuatro costados (meted Vigan en google y buscar en imágenes). Así que estamos más felices, que dos lombrices. Tanto es así, que nos damos envidia a nosotros mismos

1 comentario:

Eva dijo...

Este texto fue escrito, originariamente, el 13 de septiembre de 2.008.