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viernes, 12 de septiembre de 2014

¡Hasta los coj...holies!

Frontera cerrada al tránsito, entre Myanmar y Tailandia, arriba y abajo, derrumbe después de una tormenta, retornando a Kanchanaburi
          En no pocos países del tercer mundo, hay decenas -diría, centenas-, de días sagrados -holy-, supuestamente festivos. A efectos prácticos significa, que te prohíben comprar alcohol, durante todo el día, incluida la cerveza (el vino da igual, porque fuera de Europa tiene precios imposibles). En realidad y por lo demás, todo sigue igual. La gente monta sus puestos, abre sus negocios, realiza sus gestiones cotidianas y, en definitiva, se dejan la vida en su trabajo, a pesar de que Buda o Visnu, estén de ostentosa y continua celebración.

Kanchanaburi (Tailandia)          
Siempre es todo lo que suene a alcohol -aunque sea de un grado-, el damnificado, dado que no hay un sólo día al año, por holy que sea, en que se prohíba aparcar la moto en la acera, comer calduverios apestosos en los tenderetes callejeroz o cederte el turno, como peatón, en los pasos de cebra. Si acaso y no faltará, en el vecino templo hay un integrista soltando discursos y arengas o si no, una grabación repetitiva, que te machaca recordándote lo sagrado que es el día de hoy y lo mucho que les debes (aunque no sepas, el qué, ni el por qué).

          Conocíamos estas incomprensibles costumbres de nuestros periplos por India o Sri Lanka, pero no nos las imaginábamos en Tailandia, donde ya habíamos estado varias veces y no nos habían tocado.
Estas tres últimas, son de Nakhon Rachasima (Tailandia)
                                                       
          Pero, como si nada, llegó el maldito 13 de mayo, con sus 42 grados a media mañana, cuando nos enteramos de que era el VISAKMA BUCHA DAY y ni siquiera -en teoría- podíamos tomar una maldita cerveza, durante toda la jornada de hoy. Si esto te ocurre en India o Sri, estás absolutamente perdido. En Tailandia, sin embargo y aunque los grandes supermercados y los Seven Eleven aplican la exigencia gubernamental -que perjudica a empresas y a clientes-, las pequeñas tiendas -con más o menos discreción-, te venden lo que les pidas. Así, que la primera, fresquísima y casi de un trago, nos la bebimos a la salud de Buda y la segunda, a la del intolerante gobierno bananero Thai (en la cuerda muy floja, aunque en esos días, aún no lo sabíamos).

          La tontería es soberana. Porque a los guiris despistados, que no estamos al tanto del “holycalendario”, nos pueden causar molestias con el asunto. Pero, cualquier lugareño, compra las bebidas, que necesite, el día antes y las ingiere, cuando le apetezca (sea holy o no)

          Por lo demás, Nakhon Raschashima nos ha parecido un lugar muy recomendable, bello, tranquilo y alejado de las rutas turísticas clásicas y del mundanal ruido de Bangkok. Tal es así, que la señora del puesto de las salchichas, que nos ha servido unas cuantas -somos hambrientos de pro, que somos-, ha flipado. La noticia, primero, se la ha contado a su vecino, el aburrido tuktukero. Después, seguro, que alborozada, lo ha transmitido como el tema familiar de la cena.

          Estamos tan a gusto por aquí, a pesar del infernal e insufrible calor, que todavía no hemos comprado los billetes para Calcuta, nuestro probable primer destino en India. ¡Todo llegará, a no mucho tardar!.

1 comentario:

Paula dijo...

Hola

Hacía algún tiempo que no pasaba por aquí y celebro la vuelta a la actividad de este blog. Me alegro que sigáis viajando y disfrutando y que hayáis vuelto sin percances. Ya seguiréis contando!!

Saludos