Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.

miércoles, 4 de enero de 2012

Repartiendo estopa

Cuando escribí este post, no debía estar pasando por uno de los mejores momentos del viaje. Hoy en día, sigo estando de acuerdo con todo su contenido, aunque no con las formas, algo agresivas. Decir gilipollas, imbéciles y estúpidos, en poco más de un folio, no suele ser mi estilo. Pido disculpas, a tod@ el que se pueda sentir ofendido.
                                                                                          Pushkar
Ser librepensador sobre India, no resulta nada fácil, porque tienes que apartarte de los sabelotodos –“para conocer India, hacen falta al menos 8 viajes”-, de los machacones tópicos de los que confunden el país , con Rajastan, Delhi, Agra y Varanasi y de las deprimentes conclusiones, de quién visita el país, sin haber viajado fuera de Europa.

Capítulo aparte, merecen los entregados a la causa, sin reservas y antes de llegar, incluso al país. Y los místicos, que se van buscando a ellos mismos o a lo que sea, persiguiendo los olores del incienso, los sonidos del tambor y de las flautas y corriendo detrás de los cantos de sirena de los gurús. Algunos de ellos, dicen haber conseguido hasta  flotar y no nos deben caber dudas, teniendo en cuenta, que parecen lograrlo -especialmente, en Manali-, después de fumarse cuatro porros de “ganja” (marihuana) y concentrarse, mientras  colocan sus piernas en forma de flor de loto, para contactar con Shiddharta.

Los entregados a la causa, de forma incondicional, deberían reparar también, en las apestosas vacas –devoradoras de basura y a las que unos cuantos guiris acarician, como si fueran sus hijos-, las ciénagas constantes, la basura, el insoportable olor a orín y el crepitar de las boñigas del ganado, mientras caen al suelo.
                                                     Pushkar
Y no acabamos ahí: los constantes escupitajos con carrerilla y en estéreo, que te taladran el cerebro, el constante pitar o las inevitables monsergas de los conductores de tuk-tuk, la absoluta falta de higiene…

Sobre los que se buscan a si mismos, sólo caben dos preguntas: ¿Ya eran gilipollas al venir a la India o se hicieron aquí? Gana por bastantes enteros, la primera opción. ¿Porqué no buscarse a si mismo, en un pueblo de Murcia y así no gastarse el dinero volando hasta India? Lástima de que el estado español, se gaste tanta pasta en tratar de educar a imbéciles.

Como, comentaba en el anterior post, si vais a Jodhpur, parad en el puesto de Vicky, que es muy amable y hace unas tortillas de queso y masala deliciosas. También las hay de patatas. Son baratísimas (40 rupias, de cuatro huevos y cuatro papas) y tienen cebolla, pero no las sabe montar bien y más parecen tortillas francesas, de papas.

¿Al hilo de qué viene esto?. La cuestión es, que el esmerado cocinero tiene unos cuantos cuadernos con opiniones de viajeros. Vale la pena hojearlo un rato largo, porque con tanta documentación, se podría escribir un tratado sobre los tipos de viajeros independientes, que visitan este país. Resumiendo en una frase: el panorama es lamentable. No digo nada más, porque creo, que en los párrafos anteriores, ya he dicho bastante.
Jodhpur
Al hilo de todas estas controversias, relatar la anécdota de un estúpido guiri, que vimos en Pushkar. En India, a pesar de comer con las manos –sobre todo en el sur- y caminar descalzos por el fango, para luego toquetearse los pies, como si nada, no pegan los labios a los recipientes de los que beben. Norma de etiqueta local, al menos cuestionable.  Nos pareció patético, ver a un occidental haciendo lo mismo, con una botella de agua de la que sólo bebía él, porque iba sin compañía.

En fin. Vamos a ir edulcorando, pero no del todo. Hace algunas jornadas debatíamos, sobre si en un congreso religioso -perdonadme, si no atino, que de hinduismo no entiendo nada-, no podrían ponerse de acuerdo, para llevarse a los animales sagrados al campo. Pero ahora, ya hemos cambiado de opinión. Deberían dejarlos –al fin y al cabo, son las mayores fagocitadores de basura-, traer al resto de animales salvajes y llevarse a vivir, a la naturaleza y las selvas, a los más de mil millones de bestias, que te agreden, sin ningún pudor, por las ciudades.

También, nos hallamos en la nación, donde la gente es más guarra de todo nuestro planeta conocido, que no es poco (107 países, a estas alturas). Lo de la población más desagradable y maleducada del globo terráqueo, queda sólo para el sur, donde el racismo imperante, hace que un occidental tenga muy difícil, encontrar alojamiento, si no eres hindú. 
                                        Cuevas de Ajanta
Echamos otra aliviadora cucharada de azúcar, a este tan -posiblemente- conflictivo post: Este país –a falta de visitar Delhi, Agra, Khajuraho y Calcuta-, tal vez sea –sólo, tal vez- el más maravilloso del mundo (sin que nos hayan hecho falta  magias, levitaciones o patrañas similares).

Hemos disfrutado de sitios espectaculares como Hampi, las cuevas de Ajanta o Pushkar. De otros muy notables, como Madurai –sólo tiene un templo-, Fort Cochin, Mamallapuram, Kanchipuram, Udaipur, Jodhpur… Y de Sodoma –Puducherry- y Gomorra –todo Goa- dentro de un país, donde por verte beber una cerveza en público, casi te consideran un delincuente.

Comiendo tortilla de patatas, en India

Jodhpur
Hoy hemos comido tortilla de patatas –o algo parecido, dado que no la saben montar bien y se asimila más, a una tortilla francesa con papas- en el famoso tenderete de Vicky. Nostalgias y morriñas aparte –después de un mes comiendo biryanis, talis, samosas, bondas y en definitiva, muchos vegetales y poca carne y pescado-, al amabilísimo propietario del próspero negocio, le sale mucho mejor, la tortilla de masala y queso, que nuestro emblema nacional. Y eso, que el chico le pone empeño y le añade, hasta cebolla

Nuestros últimos días han sido más relajados, contra todo pronóstico. En el norte estamos encontrando más facilidades, que en el sur y sobre todo, un trato mucho más amable y humano, hasta por parte de los omnipresentes pelmas. Lo que días atrás, era mandar diariamente, a más de 30 personas a la mierda o lugares similares, ahora se ha transformado en concordia y diálogo. Supongo –aún estamos en Jodhpur-,.que en Agra, Varanasi o Khajuraho, volveremos a sufrir acoso, casi constante. Pero eso, ya lo dábamos por descontado, cuando decidimos visitar el país.
                                                      Jodhpur
Agradable nos resulta, que se haya dulcificado notablemente, nuestra visión humana de India. A ello ha contribuido también, el hecho de dejar de sufrir racismo en los alojamientos. Ya hace días, que hemos perdido de vista los sharones –horribles faldas masculinas, omnipresentes en todo el sur- y la vestimenta de las mujeres, también ha cambiado. Son menos frecuentes, los coloridos faldamentos –sobre todo, entre las adolescentes-, que sustituyen al sureño sari y llevan el pelo más corto. De Mumbai hacia abajo, parece que no se lo hubieran cortado nunca, llegándoles por debajo del culo, bien liso o anudado en una trenza.

Tras, más de 6.000 kilómetros recorridos, mañana cumpliremos nuestro primer mes en India. Según las previsiones, aún nos debería quedar cuerda, para tres semanas más. De momento, mañana partimos hacia Jaisalmer, con los recuerdos de de la bella Jodhpur, esta ciudad azul, con su fuerte y casco antiguo extraordinarios, todavía en nuestra retina.
                                                                    Jaisalmer

Llegamos a Rajasthan y nuestro estómago, se cierra

                                                              Udaipur
Nuestro estreno en Rajasthan, se produjo en Udaipur, ciudad de bello palacio y magníficos templos y edificios –en distinto estado de conservación- y gobernada por el caos .Ya a las pocas horas, fue el momento de empezar a constatar, dos hechos bien evidentes: lo caro y mal, que se come en este estado –a lo que hay que añadir, un mal cambio en un restaurante, donde nos limpiaron 400 rupias, no dándonos cuenta hasta varias horas después- y los magníficos  alojamientos, fáciles de encontrar en toda la región. Según la Biblia –es decir, la Lonely Planet-, los mejores de toda India y nosotros, no vamos a discutirlo.

En esta ocasión, nuestra agradable, aunque algo pelma casera, nos obsequió con una de las mejores habitaciones del viaje, con todas las comodidades y una bonita decoración personal. Las vistas desde la terraza, sencillamente espectaculares. Otra buena noticia, relacionada con los hoteles, en esta zona más turística de la India: no hay racismo y casi ningún establecimiento, se niega a alojar extranjeros.
                                                                                             Udaipur
Nuestro endémico cansancio, con ratos, incluso de fiebre, por constipados mal curados, nos hace plantearnos una drástica reducción de la velocidad del  periplo, de ritmo infernal por el sur del país. A nuestro agotamiento, también ha contribuido el desagradable trato, recibido en la mayor parte del primer tramo del viaje. Pero, desde que llegamos a Amhedabad –y ahora aquí se confirma-, la gente es mucho más amable y educada, siendo el trato más fácil y fluido. Aunque marranos, siguen siéndolo en la misma escala, que sus conciudadanos de la zona meridional del país.
Udaipur
Nuestro siguiente destino fue Jodhpur –que cuenta con una entrada propia en este blog- y de ahí a Jaisalmer, cotidiano y caluroso lugar, de bella y armoniosa fortaleza. Aunque, si no se desea hacer circuitos en camello, por el cercano desierto del Great Thar –cual es nuestro caso-, es muy posible, que no compense llegar hasta allí, para luego desandar lo ya andado. Porque, para seguir avanzando por Rajasthan., hay que retornar a Jodhpur.  

Nuestro estómago empieza a cerrarse y a maldecir todo lo que ingerimos. No volverá a abrirse, hasta el pollo al Tandori, de Delhi. La alimentación está siendo una de las grandes pesadillas del viaje, desde que dejamos el sur del país. Si algo nos ha decepcionado de India, es su pobre y descuidada gastronomía.

Eso sí. Por el mismo plato o guiso –que casi siempre contendrá patata-, puedes llegar a pagar, hasta 3 o 4 veces más, dependiendo del sitio, la ciudad o la región. También pasa con el alcohol. El güisqui que en Delhi cuesta 75 rupias, llega a las 225 en Varanasi. El litro sale bastante más caro, que una noche de confortable alojamiento. ¡¡ Las cosas de la India¡¡ .
                                                                                       Udaipur
Pero, de verdad, que estamos realmente hartos, de que en este país, todos los bichos tengan alma y por ello, no los  introduzcan en la dieta habitual. La mayoría de la gente es vegetariana. Aunque, yo más bien diría, “salsuveriana”, porque los platos, habitualmente, tienen mucha salsa y escasos vegetales o dhal.  

Podía haber sucedido en cualquier parte del mundo, pero fue a ocurrir en India

Jalgaon
Jalgaon es caluroso y estresante. A veces, resulta  más caótica una ciudad de 350.000 habitantes –como es el caso-, que una de 17 millones, como Mumbai. Sin embargo, estar aquí es una penitencia, que compensa, dado que en los alrededores, se encuentran las maravillosas cuevas de Ajanta y no demasiado lejos, las de Ellora.

Tras la visita de las primeras, decidimos no pasar ni un minuto más en este lugar y nos dirigimos a la estación de autobuses. En esta zona, entenderse en inglés no es tarea nada fácil. Así, que lo que ayer nos dijeron, que era un bus directo a Amhedabad,  hoy resulta ser, a Surat, desde donde deberemos hacer varias horas de tren local, hasta llegar a nuestro destino.

            Mejor habría sido, recapacitar y quedarnos a dormir, para tomar un tren por la mañana. Y más, estando uno de los dos, bastante tocado de salud, con fiebre y diarrea severa.

Pero no. Pasadas las diez de la noche, nos subimos al incómodo autobús estatal. Nunca, sabremos a ciencia cierta lo que ocurrió, las causas y las consecuencias, pero ahí os dejo uno de nuestros peores momentos –seguramente, el más desagradable- de nuestros 22 años, viajando por el mundo. Podría haber ocurrido en cualquier otra parte del mundo, pero fue a suceder en India. Con esto no quiero decir nada, pero tampoco, dejar de decirlo
                                                                             Ahmedabad
Como, cuándo subimos el bus ya estaba casi completo, nos toca sentarnos, casi atrás del todo, en una fila de tres asientos, junto a un chico. Dos personas –que suponemos después, nos llevaban observando toda la tarde, le convencen para que les deje libre su sitio. Uno de los dos individuos, se pone a nuestro lado y el otro, detrás.

El bus arranca. Apagan todas las luces, menos las de nuestra zona. Luego, descubrimos que el cobrador, tenía la mosca detrás de la oreja, con esta gente. La primera hora de camino, la invierten en partes proporcionales, a comunicarse por el móvil, a hablar entre ellos y a molestarnos a conciencia. De nada nos sirve, usar las habituales tácticas disuasorias, tan eficaces en este país.

Colmada la paciencia y dado que han bajado pasajeros, decidimos separarnos del –que parece- más agresivo y ponernos atrás, junto al otro.
Ahmedabad
Mientras, al otro lado, un molesto niño, que nada tiene que ver con los pelmas, no deja de ponernos los pies encima. Ante, nuestras constantes requerimientos de que los quite, sin discusión ni  provocación alguna –y dado que con las mujeres no se atreven-, a la parte masculina de la pareja, le cae un tremendo puñetazo en la cabeza y tras, -sorprendido, aturdido y aterrado- proteger esa zona y el ojo, dos tremendos golpes en la nariz. La sangre empiece a caer, como si fuera una catarata.

Afortunadamente y a estas alturas, ya han reaccionado los pasajeros y el personal del autobús, que acorralan a los agresores, llaman a la policía y los hacen bajar del vehículo. Se monta una discusión tremenda en el vehículo, llegando casi a lincharlos, mientras la sangre, cubre ya, la parte delantera de la camiseta, un trozo de pantalón y un pañuelo

Nos hacen bajar, nos invitan a te y quieren hacerlo a cenar, mientras pasajero por pasajero –sólo los hombres-, pasan por delante de nosotros, para animarnos y comprobar nuestro estado.
    
            Por una vez en casi un mes, comprobamos la eficacia de la burocracia india: por supuesto –y sin la nariz rota, aunque al principio pareciera lo contrario-, no vamos a denunciar. Pero, como ha intervenido la policía, al menos deberemos presentar una declaración de hechos. La sorpresa es, que podemos hacerlo en español –indispensable, para nuestro estado de confusión- y luego, ya alguien se encargara de traducirlo.
                                                               Ahmedabad
Los delincuentes en cuestión, fueron retenidos –no sabemos si detenidos-. Desconocemos, si los hechos tendrán consecuencias. Ha sido algo triste, que para tener cena gratis, te y el cariño de la gente en este país, nos hayan tener que dar de ostias.

            Lo que suponemos, es que su intención era robarnos y al no poder conseguirlo, se  enrabietaron y obraron de esa forma. Aunque, se podría abrir un abanico, en el que caben algunas posibilidades más.

En otro orden de cosas, Amhedabad es un encanto de ciudad, poblada de mercadillos –escasos en India-, mezquitas antiguas y gente agradable (musulmanes). Creo que después de 25 días en el país, es el primer lugar en el que no mandamos a nadie a la mierda. ¡Con eso se dice todo!

Sumidos en la maldita burocracia

                                                                                        Numbai
             India es el país más burocratizado del mundo, que conocemos. Cuando haces la visa y empiezas a mamar la desesperante cultura del tocahuevismo, te lo tomas como algo personal. Ya en el país, descubres que es “pecata minuta”, en comparación con lo que te espera.

            Sirva como ejemplo, este pequeño affaire en la estación de ferrocarril de Mumbai, a donde hemos llegado esta mañana. Como el alojamiento es muy caro, sólo pasaremos un día aquí. Compramos los billetes para el nocturno, a Jalgaon, en sleeper, sin problemas y hasta con más amabilidad de la esperada y sin colas. Nuestra pesadilla, comienza cuando pretendemos dejar los bultos en la consigna.

            Para aceptarlos, deben estar completamente cerrados. Como no tenemos candado, decidimos coser la parte final de la cremallera, No les sirve. Nos indican una tienda –dentro de la propia estación-, donde los venden de todos los tamaños y colores. Nos alarmamos. Si tenemos que poner uno por cada cierre de las mochilas, le vamos a dejar el puesto vacío. No. Basta con uno, con que esté visible y no importa, que en realidad, no cierre nada, porque no hace ninguna comprobación. De hecho, los nuestros están, simplemente, superpuestos
Numbai
            Ejecutado el trámite, volvemos a la ventanilla. Resulta, que ahora tenemos que recorrer unos 100 metros, con el fin de que nos pasen el equipaje por un escáner. ¿No nos lo podían haber dicho antes, para haberlo hecho todo junto?. Realizamos la operación y retornamos .Debemos volver, de nuevo, dado que no nos han puesto un sello, dándonos el visto bueno. ¡GGGRRRRR!

            Los problemas continúan. En cada mochila hay una pequeña botella de güisqui (de las de 3350 centilitros). No nos pueden dar el equipaje de paso, dado -por increíble que parezca-, que en los trenes y en las consignas de India, no se puede introducir alcohol –ni siquiera facturado-. ¡Estupefacción!, que se hace aún mayor, cuando el policía nos sugiere, para ahorrarnos más problemas, que se las regalemos a él.

Nos alejamos un poco y ponemos las dos botellas en el mismo bulto. A ver si por lo menos, podemos dejar uno, en la maldita consigna. Pero, nos han visto cambiarlo y se siguen negando a poner el maldito sello, a una mochila “inocua”.

            Finalmente, conseguimos que lo hagan, después de mucha paciencia y de negarnos categóricamente –ante su insistencia-, a entregarle las botellas. La otra mochila, la llevaremos con  nosotros, el resto del día. Pero, al empleado de los huevos, no le cuadra, que antes quisiéramos dejar dos paquetes en la consigna y ahora sea sólo uno. Pasamos a ser víctimas de su sus tremendas sospechas.
                                                                      Numbai
            Tras momentos de incertidumbre, conseguimos dejarla. Eso sí, rellenando nosotros el extenso y habitual formulario y colocando el equipaje en persona, en la balda correspondiente.

            Por  lo demás, Mumbai es una ciudad muy agradable –al menos, en las zonas que visita el viajero-, de anchas aceras, bonitos edificios coloniales, grandes avenidas e incluso, parques (algo no habitual en India). Se come bien, aunque tomar una maldita cerveza, te sale por un ojo de la cara (casi cinco euros, al cambio o lo que es lo mismo, el precio de una habitación económica).
                                                                                                      Numbai
Los pelmas abundan, sobre todo cuando merodeas alrededor de los hoteles –supuestamente- “económicos” o cuando te acercas a la famosa Puerta de la India. Lástima, no haber podido estar aquí, siquiera una jornada más, porque la ciudad lo merece.  

martes, 3 de enero de 2012

Maravilloso Hampi

                                                                                            Hospet
              ¿Por qué nunca nos habló nadie de Hampi? Un lugar que a mi entender, está a la misma altura, que los maravillosos templos de Angkor, que resulta  -en su mayor parte- gratis y que apenas es visitado, ni por lugareños, ni por foráneos. Hasta la fecha, es lo que más nos ha gustado y emocionado de la India.
                                                                         Hampi
            Anteriormente, habíamos estado en Mysore –interesante, aunque efímera ciudad palaciega- y habíamos retornado a Bangalore, completando nuestro círculo sureño.

            De Hampi, recalamos en el maravilloso estado de Goa. Por sus playas, por encontrar gente un poco más educada y civilizada –que comen con cuchara y no con las manos-, por poder transitar por la aceras, por disfrutar de lugares como Panaji, Margao y Old Goa y por supuesto, por podernos poner hasta arriba de cerveza barata, en el único estado de India, donde no hay una ley anti alcohol. Qué legislen contra el vino y la cerveza, me parece tan ridículo, como absurdo.
                                            Hampi
            A estas alturas y en este país de maravillas –que no maravilloso- y de pintorescas costumbres y actitudes, no sólo estamos rayados por no poder tomar una cerveza –salvo en Sodoma Puducherry y en Gomorra Goa-, cuando nos da la gana o a un precio razonable –en los bares de Mumbai, rondan los 6€-, sino porque nos hallamos cada día, ante la gente más desagradable, que conocemos en nuestros 107 países visitados (ni lo negativo de los otros 106, sumado, iguala esto y por supuesto, superan con mucha holgura en este apartado, a los “non gratos” israelitas).

Igualmente, nos enfrentamos a la población más guarra del planeta, en sus diferentes modalidades, como escupir constantemente –con todo un ceremonial- tirarse en cualquier parte –no importa la basura que haya alrededor-, orinar y defecar donde pillan y comer como bestias salvajes.
                                                                                      Hampi
            Aunque, sin lugar a dudas, lo que más nos irrita, es que sean racistas –cada cosa por su nombre y sin medias tintas-, cuestión que se manifiesta en los establecimientos hoteleros –admitiendo solo a hindúes-. Aunque, racismo es también, multiplicar por 25, lo que pagamos los jodidos “foreings”, en relación con lo que abona un hindú, por una visita turística (unos 10 rupias, nosotros 250). E, igualmente, en el trato que te da la comunidad, ante cualquier conflicto y sin esperar a razones, siempre te desprecian y consideran culpable –tengas razón o no-, frente a sus conciudadanos.

            De todas formas y para ser medianamente ecuánimes, llevamos durmiendo en transportes públicos, cuatro de las últimas cinco noches. Muchos días hemos echado más de menos una buena ducha, que una cama confortable, ya que en un bus y sobre todo en las literas de los trenes nocturnos se duerme estupendamente. Pero el cansancio, quieras que no se va acumulando y la irritabilidad, ante lo que ocurre a tu alrededor, también 
                                                                                                      Panaji
                                                                                                  Old Goa

lunes, 2 de enero de 2012

Tópicos algo dudosos sobre India

                                                                                               Backwaters
            Madurai es probablemente –con el permiso de Fort Cochin, en la costa oeste-, el lugar con más plastas por metro cuadrado, detodo el sur de la India, incluidos, los de seguridad, que te registran a la entrada del maravilloso templo. Mientras a los hindúes apenas les tocan, a nosotros al menos, nos sobaron y pusieron pegas, hasta que consiguieron hacernos perder la paciencia.

Menos mal, que hay dos cosas, que funcionan muy bien en este país: hacerse el loco, cuando te vienen a pedir dinero por supuestos servicios, y vociferar en tu propio idioma. El contenido del mensaje resulta indiferente, aunque te quedas bien a gusto mandándolos a la mierda o similar.
                                     Fort Kochi
            Además de mucho calor y estrés, provocado por el caos circulatorio, poco más ofrece está ciudad, salvo una bonita catedral cristiana y un discreto palacio. Se ha puesto de moda, cada vez en más países, el pagar en los lugares de visita, por el uso de la cámara o por la filmación de videos e India, en lo que sea sacar dinero al turista, va a la cabeza. Las 50 rupias en este concepto, en el templo, nos las ahorramos haciéndonos los tontos. En los 15 días que llevamos en el país, aún no hemos desembolsado dinero, por contemplar atractivos turísticos y lo hemos visto todo. ¡La economía de guerra, hace agudizar el ingenio!

            Fort Cochin nos ha encantado, con sus bellas casas coloniales, iglesias y maravillosa puesta de sol –llena de lugareños, pelmas y guiris-, contemplando las famosas redes chinas. Matacherry, tampoco está mal, siendo del mismo estilo. Al otro lado de la bahía, donde se cruza por ferry, Ennakulam es desesperadamente caótico y feo.

            Un par de días más tarde y por tan sólo 10 rupias, fuimos desde Kotayan –lugar horrible- a Allepey, por un entramado precioso de canales, lleno de paisajes caribeños y sintiéndonos los protagonistas de la Reina de África. Emocionan las estampas de la vida cotidiana y las espectaculares casas-barco que navegan por la zona, llamadas backwaters.
                                                                   Matancherry
Pueden ser alquiladas por 24 horas a precios razonables. Viendo que en los lugares de visita, nos cobran veinte, treinta o cincuenta veces más que a los lugareños, aún sigo sin entender, como nos permiten hacer este recorrido en transporte público, desembolsando el mismo importe, que los nativos.

Ya muy avanzado el periplo por el sur de la India, hay unos cuantos tópicos sobre el país –tantas veces escuchados y leídos-, que no nos cuadran.

            -“India o la amas o la odias”. Pues ni lo uno ni lo otro. Probablemente acabe siendo, de los países más interesantes que he visitado en mi vida –sino, el que más-, pero sin sentimientos extremos.

            -“Para conocer un poco India, hay que ir al menos un mes”. Sencillamente, una estupidez. Hay quien en diez días, asimila más esencias, que otros en un montón de años.
Backwaters
            -“India es durísimo”. Pues de momento, tampoco es para tanto. Salvo el insufrible tráfico, no hay muchos más padecimientos, que evitar a los pelmas. Hasta ahora, es posible que en este país, hayamos encontrado a la gente más desagradable –por encima de los judíos-, de los 107 que conocemos.

El caso es, también, que mucha gente, atraída por supuestas frases hechas, leyendas y tópicos, acude a este país, apenas habiendo salido de Europa. ¡Y entonces, si que puede ser desagradable y duro¡

            -“Después de ir a India, ya ningún destino te sorprenderá”. Lo dudo. Ya he escrito bastante más de nuestra estancia en Sri Lanka, que en India. Y cuando, nos vayamos de aquí, seguro que Bangladesh o Nepal –nuestros próximos destinos-, nos resultarán maravillosos.

            “Hay mucha gente en India, que viaja buscándose a si mismo”. No se en el norte –aunque, supongo que alguna habrá-, en Phuskar, Varanasi o poniéndose ciego a gang –marihuana-, en Manali. Pero, en el sur, no encontramos a nadie con ese perfil, hasta el momento.
                                                                                  Mysore
            Seguro que en el futuro, cambiamos de opinión sobre algunas cosas. Pero, de momento, esto es lo que podemos  aportar desde nuestro pensamiento y no adaptándonos a las opiniones de Lonely Planet, que muchos viajeros toman como Biblia.

            En este viaje, hemos visitado los dos países más llenos de tópicos, que conozco:  Myanmar e India. 

Cosas, que nos sorprenden gratamente, de la India

                                                                                               Kanchipuram
            Nuestros primeros encuentros con los lugares emblemáticos del hinduismo, fueron en las bellas Kanchipuram y Mamallapuram. Una idílica sobredosis de templos, pertenecientes a todas las épocas. La primera ciudad –uno de los siete lugares sagrados-, es caótica y estresante: de las de andar constantemente por la carretera, esquivando todo lo que se mueve. También nos tocó elear pelear, muy esforzadamente, con los “vigilazapatillas” –a la puerta de los templos- y los pelmas-guías. No consiguieron sacarnos ni una sola rupia, pero las molestias fueron tan desagradables, como notorias. Sin embargo, la contemplación interior y exterior del Sri Ekambaranathar, merece cualquier desgaste de energía.

            La segunda población, resulta más tranquila y sosegada, con una bonita playa, precedida de puestos del ramo y de pescado. Sus atractivos monumentales son tres: el templo de la playa, las cinco Rathas y Arjuna. Este último complejo sale gratis. Los otros dos cuestan 250 rupias, pero se ven y fotografían desde fuera, por lo que es una tontería pagar, salvo que se sea muy nanirroto. Si hubieran sido los chinos, los habrían rodeado de verjas y arbustos, para obligarte a pasar por taquilla. Pero, los indios y en este aspecto, son así de cándidos.

            Mamallapuram está preparada para el turismo –aunque este, brilla casi por su ausencia-, con decenas de guest houses y restaurantes. Cuenta hasta con varias librerías, de compra-venta de libros de segunda mano. ¡Regocijo¡ En una de ellas y por 300 rupias, conseguimos comprar una trillada Lonely Planet de 2009, en inglés. ¡Brahma aprieta, pero no ahoga
Mamallapuram
            Si algo tiene India, es que es una caja de sorpresas -buenas y malas-, sobre todo si vienes a la aventura y no has preparado nada antes. En la entrada anterior, hablaba de las cosas que nos rayaban de India. No quiero dejar pasar más tiempo, sin comentar algunas de las que nos han sorprendido gratamente.¡¡Los inevitables prejuicios¡¡

            Vamos con algunas:

            -Extraordinarias autovías –donde las hay-. Al menos, la que conecta Bangalore con Madras.

            -Excelente calidad-precio, tanto de los trenes expresos, como de los buses nocturnos

            -Higiene bastante aceptable de restaurantes, puestos callejeros y alojamientos

            -Casi total ausencia de fosos al lado de la calzada –tan frecuentes en el tercer mundo
                                                              Mamallapuram
            -Poder vivir divinamente por unos 225€ al mes, cada uno (moderando el consumo de los carísimos alcohol y cerveza

            -La relativa eficiencia de la policía turística y de las oficinas de turismo (aunque casi nunca tengan planos y folletos…). Conde las hay, claro.

            Y aún podría seguir, descendiendo a asuntos más cotidianos.

                                                                                      Madurai 
Cuando esto escribo, estamos camino de Mysore, casi a punto de terminar de recorrer el sur de la India. Aún nos queda el turístico norte, por lo que habrá que esperar a concluir la visita al país, para saber lo que realmente nos encanta y de lo que hemos acabado hartos. De momento, esto es solo un adelanto.

Cosas, que nos rayan de India

Chennai
            A estas alturas –cuando escribo esto, llevamos 12 días en India-, ya hemos tomado buses y trenes nocturnos y ambos nos encantan, para los largos desplazamientos. Nuestro primer viaje por el país, a Madrás (Chennai), lo hicimos en bus, en una noche aciaga, en la que cayeron litros y litros de agua.

Cuando llegamos, una de las ciudades más importantes del país estaba anegada, y caminar por los barros, charcos gigantes y basuras, entremezclados con olor a orín, resultó vomitivo para nuestros sentidos e insufrible, para nuestros poco acostumbrados pies.

            Dos problemas añadidos, además del retorno de la lluvia: encontrar alojamiento, en una ciudad  donde por puro racismo y por supuestamente –necesitar una licencia especial-, escuchamos hasta la saciedad, “is full”, no rooms” y “no foreigns” y dar con una librería, donde comprar una guía del país.

                                                                                                                                                         Chennai
En nuestra primera aventura, visitamos más de 30 guest house. En la segunda, sólo encontramos libros escolares y alguna novela, en establecimientos decimonónicos. Tampoco tuvimos suerte con la comida –hasta que por la tarde llegamos a la agradable Marina Beach y nos atiborramos de chiles rebozados- y con las tiendas de alcohol –no hallando ni una-, para aliviar nuestra desazón, en los numerosos paseos. Sólo la policía –al preguntarles en repetidas ocasiones, por ir sin plano-, puso un guiño amable, dándonos a lo largo del día numerosas explicaciones. Casi siempre, con una sonrisa y con gran curiosidad, en cuanto a nuestra nacionalidad.

            El referido problema de encontrar cerveza o bebidas alcohólicas, en la India que conocemos –salvo en la Sodoma Puducherry-, es una de las pequeñas molestias, que se encuentra el viajero en todo el país.

            Las grandes molestias, cin embargo, pueden ser recitadas de carrerilla –a diferencia de las virtudes, que se detectan rápidamente- como si fuera un mantra: tráfico infernal -sin pasos ni de cebra ni elevados-, intimidación al peatón -más si es extranjero-, formularios para todo, forma de comportarse rayando con lo salvaje -gritando, comiendo con las manos, empujándote o arrollándote en la calle, escupiendo continuamente y en cualquier lugar-, escasa  amabilidad –incluso cuando vas a comprarles algo- y obtención de la información básica con sacacorchos, tras preguntar mil veces.
Chennai
            A todo ello, hay que añadir lo pelmas que son –aunque es fácil disuadirlos- y el que te quieran sacar el dinero, hasta casi por respirar. ¿Yysi cuela?. Normalmente, haciéndote el loco, la cosa funciona, Quizás, junto a los israelitas, se trate de la gente menos agradable, que hemos conocido. Al menos, los indios del sur, dado que el norte, aún no lo conocemos

            Pero, no más reproches, ni depresiones absurdas, de las que sufren algunos viajeros. Este país es fantástico y alejado de sus tópicos. En próximas entregas, os hablaremos sobre ambas cosas.

El principio de un sueño

                                                                                      Hampi
             Recoger el visado en la embajada, fue tan surrealista como solicitarlo. Paciencia y más paciencia, para que te vayas acostumbrando a lo que te espera. Más de hora y media contemplando, como se organizan detrás de las ventanillas, esperando que acudan desde las oficinas consulares con la valija, donde duermen todas nuestras esperanzas. Con nervios, tratamos de guardar la compostura, mientras unos australianos dormitan a pierna suelta –y sin cortarse- sobre las incómodas sillas y unos japoneses, también cabecean, aunque con mayor discreción. Por fin, ¡¡la visa ya es nuestra!!

Nos afloran todos estos recuerdos, arriba expuestos y sintetizados, cuando vamos camino del aeropuerto de Colombo.

            Volvemos a desesperarnos, cuando cinco días después de esos acontecimientos y al entrar en la zona de tránsito, del mencionado y tranquilo aeropuerto, nos invitan a rellenar un nuevo formulario: India  -como comprobaríamos a los pocos días de estancia en el país-, es la nación de las “applications” y los “forms”. Bien sea para entrar, para tomar un tren expreso, para navegar en un cíber y casi para mear.

En este caso, en el maldito documento, tenemos que contestar pacientemente, a casi las mismas preguntas, del formulario de la visa, Debemos decidir por nuestra cuenta, si somos –NRI, PIO (como el papa), OCI o NONE-. Bueno, pues tendrá que colar lo más sensato. Como nuestra dirección en Bangalore, es desconocida y no podemos poner una real, al no tener guía, nos inventamos la calle –añadiendo Road- y el nombre del hotel: Nos alojaremos, en el CUTRE INN.
Cuevas de Ajanta
            Por Bangalore, la entrada no es caótica –aeropuerto nivel occidental-, ni dilatada, aunque sí, algo minuciosa. Una vez dentro, continúa el asedio: si a los minutos de salir con el equipaje, sigues en la terminal de llegadas, te rodean unos cuantos polis y militares, para disuadirte, con mil preguntas y molestias. Para quedarte en la de salidas, necesitas billete a otro destino.

            Como es tarde, no arriesgamos y tratamos de dormir en una parada de buses urbanos. Pero a las dos horas, nos despierta otro Rambo hindú, que nos somete a un interrogatorio policial, en toda regla.

Son las 2:30 de la mañana y mientras nos quitamos las legañas de los ojos y recuperamos el uso de la razón –que no la razón al uso, que es por lo que se rigen aquí- debemos responder a lo siguiente: si tenemos pasaporte –ni se nos había ocurrido-, si tenemos visa –por supuesto, que no, con lo fácil que es entrar sin ella-, nuestro propósito dentro del país –ninguno bueno- y si estábamos bebiendo alcohol –cuando hallábamos durmiendo en dos bancos-.
                                                                                       Bangalore
Tras, el primer y estresante día en Bangalore –y eso, que es domingo-, me hago la gran e incoherente pregunta: ¿Es India mejor o peor de lo que esperaba?. Por la mañana, cuando llegamos y ví a vacas y perros, compartiendo amistosamente la basura de la calles, me entró una ligera depresión –sólo aliviada por la amabilidad (cosa muy poco común en este país- del dueño del hotel, que elegimos como alojamiento.

            Después de merodear por la ciudad –con los atractivos turísticos lejanos y con problemas con todos los cajeros automáticos, menos con uno-, caigo en la cuenta, de que casi no hay niños pidiendo y de que es inexistente casi, la gente que vive en las medianas de la carretera –como nos hicieron imaginar , poscomentarios que siempre nos habían hecho otros viajeros-.

            ¡Demasiadas convulsiones, para 24 horas en India¡