Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.

jueves, 26 de enero de 2012

África occidental, desde el 7 de febrero


             El día 7 de febrero, partimos hacia África occidental, en nuestro quinto y último viaje largo (con el permiso de Ryanair). Curiosamente, la fecha es la misma, que cuando iniciamos el primero, hacia Sudamérica, Centroamérica y México, en el ya lejano, 2.008.
San Louis (Senegal)
            Volaremos con Ryanair, desde Madrid a Nador (8,99 euros) y desde ahí, visitaremos Melilla, para proveernos también, de viandas y bebidas alcohólicas. Recorreremos el camino –más de 500 kilómetros-, que nos separará de Rabat, tratando de hacer alguna visita intermedia, interesante. Aunque, no será fácil, dado que Marruecos, lo tenemos bastante trillado (será nuestro séptimo viaje al país y el primero en invierno).

            En Rabat, solicitaremos la visa de Mauritania y tal vez –dado, que las embajadas están contiguas, según tengo entendido-, la de Mali. Si no hacemos allí esta última, la obtendremos, en Dakar.

            Comenzaremos a bajar hacia el sur. Desde la mil veces visitada, Marrakech, hasta El Aioun y desde ahí, hasta Dakhla. Ambos recorridos, los haremos en transporte público, valorando en su momento, si nos conviene hacer alguna parada intermedia, en función de si hay o no, cosas interesantes.

            Seguiremos avanzando, por el Sahara occidental, hasta llegar a la frontera, de Mauritania. Esta vez, creo, deberá ser en taxi compartido o privado, dado que no hay otros medios de transporte. No tenemos muy claro, que haremos en este país. Habrá, que estudiarlo. Pero, nuestro fin, es llegar hasta Senegal y recorrer el país, para terminar en Gambia.
                      Nouadhibou (Mauritania)
            Nuestro siguiente objetivo sería Mali, si finalmente descartamos, Guinea-Bisáu. Lo que no contemplamos y es definitivo, es entrar en Sierra Leona o Liberia, por variadas razones. Por lo que la salida natural, desde Mali, es hacia Burkina Faso, primero y Ghana, después. Togo y Benin, podrían ser los últimos destinos de este periplo.

            La mayor duda –aunque a estas alturas, no nos preocupa demasiado-, es como llevar a cabo el retorno, dado que los boletos de avión desde África occidental, son realmente caros. Lo más barato es retornar desde Dakar, pero para llegar hasta allí, tendríamos que volver, a sacar y pagar visados, si es que no nos han permitido, hacerlos de entradas múltiples (aspecto, que ahora desconocemos).

            Decir, que hasta hace días, contemplamos la posibilidad, de incorporarnos a una de esas expediciones, hasta Senegal, que se anuncian en los foros (especialmente, en Lonely Planet). Todo te lo pintan muy bonito, hasta que tratas de clarificar el capítulo de gastos, bien desglosado. Por lo que he visto, más que compartir un viaje y una experiencia, lo que buscan, es que les salga casi gratis, llevando además, la sartén por el mango. Además, a veces, hay agencias o guías turísticos por el medio. ¡Cuidado con estas proposiciones, que pueden encubrir algo deshonesto!.         Camino de Kayes (Mali)

            Chipre y Líbano, que en un principio, iban a ser las primeras escalas de este viaje, quedarán para otra vez, no muy lejana, en un viaje corto, de unos 22 días.

miércoles, 18 de enero de 2012

Un pequeño contratiempo

            Serán cientos y miles, las quejas que anualmente, se plasman sobre Ryanair. Ya os digo yo, que la mayoría, son infundadas (salvo la sentencia de aquel atinado juez, que decidió, impedir pagar por no llevar impresa la tarjeta de embarque -40 euros-, dado que una compañía transportadora –lógicamente-, debe proveer al transportado, de un título de transporte). La empresa aplica una política, absolutamente agresiva, en cuanto a precios, aunque también –como Ikea-, establece su propia república, en la que a algunos, les resulta difícil manejarse.
                                                                       Nicosia (Chipre)
            No es nuestro caso, dado, que hemos volado más de cincuenta veces con ellos y nunca, tuvimos problema alguno. Hasta hoy. Nos han trastocado, gravemente, los planes y hemos perdido algún dinero, que no esperamos recuperar –a pesar, de poner la pertinente reclamación, en los servicios de consumo-.

            No estamos muy disgustados –aunque, si contrariados-: No queremos ser injustos. Muchos de nuestros viajes por Europa y el norte de África, no hubieran sido posibles, sin ellos.

            Lo que más nos ha fastidiado –más, que el dinero o los desplazamintos-, es la cara de gilipollas, que se nos ha quedado, tras los acontecimientos y el muy mal trato recibido, tanto por el personal del aeropuerto de Villanuela (Valladolid), -aunque es normal, porque aquí, somos así de ásperos- y del de Ryanair. Pero, la rabia se quema y amanece un nuevo día.
                                     Limasol (Chipre)
            Los hechos son tan sencillos, como breves. Llegamos al aeropuerto. Suponemos, como otras veces, que con media hora o tres cuartos, es suficiente –teniendo la tarjeta de embarque y sin facturar-, para hacer los trámites oportunos, de un vuelo nacional.

            Sospechamos, que algo no va bien, dado que no hay nadie, en los lugares de embarque. Un desagradable policía –o similar-, nos espeta, gritando: “Y, ¿ustedes donde van?”. “Pues mire, a embarcar hacia Barcelona y a tomar mañana, un vuelo hacia Lárnaca (Chipre), desde Gerona”.

            “Pues no –contesta-. El embarque ya está cerrado y el vuelo ha salido”. Nos miramos atónitos. Faltan 35 minutos, para la partida oficial del vuelo y según la compañía, la puerta no cierra, hasta treinta minutos antes.

            La pregunta la entenderán, tanto profanos, como avezados ¿Es normal, que un avión despegue más de media hora antes y se olvide de sus pasajeros (aunque, hayan pagado solo 4€, por un recorrido, que en bus, vale 45?.

En veintitantos años de viajes –y eso que las cosas, durante este tiempo, han cambiado mucho-, es la segunda vez, que un vuelo sale antes de la hora: el otro, fue desde Tánger, en la época de las cenizas volcánicas, cuando había muy poco tráfico aéreo.

            En fin. Nos fastidiaron los planes. Líbano y Chipre y Líbano, quedan para otra vez. (y ya van dos)

            Nos centraremos, en los próximos días, en preparar África occidental y a estas alturas, existen varias alternativas:

            -Vuelo a Nador o Tánger (con Ryanair, precisamente) y transporte público en barrena, hasta Dakar y en pura aentura (cerca de 4.000 kilómetros).
                                                            Biblos (Líbano)
            -Madrid-Milán-Senegal (con Meridiana Airlines), por un importe más barato, que volando desde Madrid. Y eso, que ahora hay ofertas de Iberia.

            -Tras investigar, hemos descartado volar desde Las Palmas (donde hay consulado de Mauritania), Cabo Verde o Madeira.

            -También, hemos desestimado, hacernos el Harakiri (que es casi, lo que más nos apetecía)

            Pero, sobre todo, ¡VIVA RAYNAIR!, porque a pesar del durillo contratiempo, nos ha sacado de bastantes más embrollos, de los que nos ha metido.

            Y para otra vez y aunque sea vuelo nacional, a ver si aprendemos, dejamos de estar por encima del bien y del mal y nos presentamos, como todo el mundo, dos horas antes de la salida.    

lunes, 16 de enero de 2012

Nuevas aventuras nos esperan

            Mañana -17 de enero- partimos otra vez, en un viaje de duración indefinida. De momento, tenemos un vuelo, Valladolid-Barcelona y otro, Girona-Lárnaca (Chipre). Nuestra intención posterior, después de recorrer este país, no es otra, que visitar, Líbano, un país ansiado y que no pudimos acometer, en 2.007, cuando viajamos a Siria, Jordania, Israel y Palestina.



            Desde ahí, se ciernen las incertidumbres: si las cosas no cambian, volaremos a Senegal –donde no es necesario visado- y desde ahí,  toda una aventura africana-occidental, caerá sobre nosotros.

Djenné

            Nuestras intenciones pasan por, Mali, Burkina Faso, Gambia, Guinea Bissau, Guinea ecuatorial, Benin, Togo y Ghana (incluso, Costa de Marfil).



            Lo que salga, ya veremos.



            En cualquier caso, nos gustaría compartirlo con vosotros.



            No sabemos, si seremos capaces de llevar el blog al día. Pero….., ¡Lo intentaremos!.



            Y después de este periplo, colgaremos las botas y trataremos de ser como vosotros: personas normales



            Un abrazo

Busco a Jacks

            Desde las televisiones, en el mal llamado primer mundo, nos bombardean con perfumes imposibles, cremas para mujeres, que hacen diez cosas a la vez y coches, que nos van a llevar hasta los confines del mundo. Es muy triste. A todos los creativos de las agencias de publicidad, les aconsejaría ir una temporada al tercer mundo. Entonces, si que verían cumplido todo lo que proponen, como una manera más de conducirnos al consumismo.



            En muchos países, no disponen de agua corriente para beber, cocinar o lavarse. Las niñas tienen que recorrer, con los bidones de plástico a la espalda, varios metros para conseguir, que sus madres puedan distribuir el líquido elemento, de la mejor manera posible.

(Imagen no propia)

Ellas, sus mamás, si hacen diez o más cosas a la vez: limpian la casa, se ocupan de sus hijos, trabajan en el campo, venden en el mercado, rezan a sus dioses, para que protejan a su familia…y todo ello, sin quejarse ni rebelarse contra la vida que les ha tocado sufrir. Claro, que tienen arrugas, aunque todavía no hayan llegado a los treinta. Esas cremas maravillosas, ¿serían capaces de devolver a sus rostros la tersura y la luminosidad?  



            En cuanto a los coches…En los países un poco más “desarrollados”, los autobuses públicos circulan a trancas, mientras los tubos de escape llenan la atmósfera de monóxido.



Los más afortunados, en lugar de sufrir en un bus lleno hasta los topes de gente y bultos y si pueden pagarlo, recorren la ciudad en motos con tres ruedas y un endeble toldo, que sólo protege a medias del frío y de la lluvia. Ya solo faltan los bici-hombres, que con su pedaleo, añaden una nota más al congestionado tráfico de las ciudades. Ellos, sí que serían capaces de llegar hasta el fin del mundo o, ¿es que acaso ya no viven en él?



            Pero, aunque parezca imposible, todos ellos, conviven más felices que nosotros, pues desde niños han aprendido a vivir con la “crisis”. Nada esperan del futuro y se conforman con asumir el presente, día a día. A lo mejor, deberíamos aprender de ellos. O, ¿tal vez, no?



            Me voy. Debo de seguir, buscando a Jacks.

lunes, 9 de enero de 2012

Jaknapur: última parada en el camino

                                                                                                Janakpur
             Le hemos cogido bastante cariño a Katmandú, a pesar de la fresca temperatura –agravada, porque los hoteles económicos no tienen calefacción y en sus habitaciones hace más frío, que en la propia calle y de que la oferta gastronómica, sea limitada y escasamente variada. Nos mantenemos, a base de chow mein, tupka –especiada sopa de espaguetis- y varios fritos rebozados –cebolla, patata, pimiento, coliflor-, más crujientes y ricos, que los de la India.
                                               Janakpur
            A pesar de todo, Katmandú tiene algo especial, que no llegamos a poder describir, pero que realmente, nos engancha. No obstante y por no permanecer 10 días, en esta entretenida ciudad, tomamos la decisión de acercarnos a Jaknapur. Según los datos que teníamos, se encuentra a tan sólo 125 kilómetros. de la capital. La información la hemos conseguido, en una vieja Lonely Planet de segunda mano, a la venta en una tienda de la concurrida zona de guirilandia, que no hemos comprado, por ser cara (aunque, si la devuelves, una vez hayas acabado la visita al país, te reintegran, el 50% del dinero)  

El caso es, que lo que suponíamos un viaje de 3 o 4 horas, se transforma en uno de 10 horas –finalmente serán 12-, por arte de birili birloque. .
                                                     Janakpur
Aún habiendo ido y vuelto, seguimos sin entender el misterio, de la ecuación kilómetros-tiempo, aunque suponemos, que será, que la carretera da un rodeo significativo.

El templo de Jaknapur es espectacular y se halla abarrotado de feligreses y peregrinos, todos nepalíes. Los puestos de ofrendas e imaginería religiosa –con pósters de dioses, para todos los gustos-, dan un cálido ambiente al lugar, mientras que los animados e intermitentes mercadillos, hacen lo propio con las caóticas calles, sin apenas aceras.  

            Aunque, estamos en Nepal, esta ciudad recuerda más a India: toneladas de basura por el suelo, vacas por la vía pública, aguas fétidas estancadas, sharis en la indumentaria femenina, alcohol restringido…
Janakpur
En definitiva, hablamos de una atractiva visita en el sureste de Nepal. Otra cosa es, si a nosotros realmente, nos ha compensado, en 3 días, una paliza de 24 horas –entre ida y vuelta- de autobús, por carreteras penosas. Las más de 70 fotos hechas en el lugar, dirían que sí. El frío, las incomodidades del transporte –sobre todo el de vuelta-, el pasar dos noches viajando y el dinero invertido, sin embargo, indicarían todo lo contrario.  

            El viaje comienza a tocar a su fin. Si todo fuera como está previsto, está será la última entrada en el blog, de este periplo de casi medio año. De lo contrario, estaríamos hablando de sorpresas, que ya a estas alturas, no esperamos ni deseamos (ni siquiera, aunque fueran buenas).

            Si no nos fallan los planes, a mediados de enero de 2.012, partiremos, de nuevo, con destino desconocido.   
                                                                                              Janakpur

domingo, 8 de enero de 2012

Ante el vicio de querer cobrar por todo, la virtud de colarse

             Los alrededores de Katmandú, son realmente espectaculares, pero su visita –si no  se es un poco pillo y tratas de colarte de todas las formas posibles-, sale bastante cara. Si algo te trae de cabeza, en este país, es la ladronería y choriceo, que se ejerce hacia el extranjero, casi de forma generalizada.
                                                                     Pashupatinath
No es de extrañar, que esto ocurra, dado que los primeros en dar ejemplo, son los poderes públicos, sableando al turista –a veces con cantidades astronómicas, como en el caso de Bhaktapur-, por visitar lugares públicos, como una plaza, un ghat –sagrado o no- y hasta una ciudad entera. Afortunadamente, lo ajustado del presupuesto, nos ha hecho tirar de perrería, y de momento, hemos visto más de un 90% de las cosas, sin abonar una sola rupia. ¡Qué se jopan!. Y lo digo,alto y claro.

            Pero, ha sido a base de pasar estrés, que comienza en la parada de buses vieja, donde se cogen los cacharros para todos estos destinos. Allí debes conseguir –y no es fácil y relajado-, que no te cobren lo que les da la nepalí gana, por llevarte a cualquier parte.

            Luego, la propia policía –in person-, se encarga de que el guiri, mientras ve pasar a todo el mundo sin pagar nada, desaloje su cartera en la billetería, que suele tratar de controlar estratégicamente, los atractivos a contemplar, pero que deja agujeros por donde colarse –salvo y solo parcialmente, en Pashupatinath-. Investigando con paciencia, se consiguen buenos resultados. Y no solo es el dinero, que te ahorras, sino las risas que te pegas.
Patan
Poca más presencia policial, hay en el país, salvo para tocar las narices en las carreteras –y no mucho- o para pasarse una hora de reloj, tomando un te, sentados, placidamente, en el banco de un puesto callejero.

            Después de pasarlo mal, es cuando llega la hora del disfrute: Bhaktapur es, sencillamente, uno de los mejores lugares del viaje y Patan –aunque más modestamente-, ofrece atractivos imprescindibles, en cualquier viaje a Nepal. Aunque, algo sobrevalorado, Pashupatinath, sí que merece una mañana y otra, para la estupa de Bodhnath
            Si alguien quiere, que le explique con pormenores, como colarse en cada uno de estos lugares, que lo solicite, en el capitulo de los comentarios.
                                                                                                 Bhaktapur
            En cuanto a la comida y en contra de lo previsto, hay buenas noticias, aunque la realidad tampoco sea para tirar cohetes. Al ya cansino chow mein –que engullimos, casi cada día, desde nuestra estancia en Calcuta-, hemos añadido a nuestra dieta, el momo (especie de raviolis, rellenos de carne –la más barata es la de buff, que no sabemos ni queremos saber de que es, qunque también los hay de pollo o verduras- y diversos vegetales fritos rebozados –con un recubierto más crujiente, que el de la India, sobre todo cuando se enfría-, como coliflor, patatas –en trozos y no en maldito puré especiado, como sus vecinos del sur-, cebollas… Lo que le sobra a esta cocina, es el omnipresente comino, que además aparece, engrandes cantidades..

            Mañana, nos vamos en bus nocturno, a Janakpur –algo no previsto- y en dos días, retornamos de la misma manera, para poner punto final a este fantástico y muy ajetreado periplo de seis meses. ¡Lástima, que nos halla fallado, Bangladesh!.
                                                                                                    Bodnnaht

Katmandú, supero ampliamente, nuestras espectativas

             Como, no somos especialmente apasionados por la montaña y menos, en la estación del año, que estamos -ya casi invernal-, Pokhara nos sirvió más como retiro y descanso, que como cualquier otra cosa. Desde allí, partimos hacia Katmandú, en un microbús nuevo y en un viaje algo más llevadero, que el anterior, aunque recorriendo los mismos paisajes y pueblos y la continuación del maravilloso río y la espectacular garganta, que nos acompañó en buena parte del periplo, que nos trajo desde la frontera con India. Hoy, la niebla afea más el panorama e impide, ver nítidamente los supuestos precipicios de la transitada carretera, que nos conduce a la capital del país, tomando un desvío, a mitad de camino.  Kathmandú

Nuestra primera impresión, nada máss bajar del micro, es la de que se trata de una ciudad-cacharro. La segunda, es la constatación de la anterior, ya que contemplamos toneladas de hormigón desordenado, que jalonan las vías de circulación, mientras nos vamos acercando al centro.                                                                                                  Kathmandú

Otra vez, nos toca hacer un país, sin guía alguna. La única información, que tenemos de la ciudad –obtenida de extranjis en una librería de ejemplares de segunda mano, de Pokhara- es que la zona de los guiris –alojamientos, restaurantes y tiendas- se llama Thamel.

¡Por Dios, que no llueva!, como ha ocurrido todos los días, desde que llegamos a Nepal. Como lo primero es lo primero, buscamos un sitio para comer, donde almorzamos muy correctamente, aunque para variar, nos toca pelear el precio y el numero de piezas de pollo, previamente negociado: “¡Qué recuerdos de Etiopía!”.

Afortunadamente, la zona de Thamel, no está a más de 3 kms, de donde nos hallamos, pero el acceso, a través de una calle infernal –en la que sufro una aparatosa caída-, no nos pone las cosas fáciles.
                                           Kathmandú
Thamel, es una zona destinada para los extranjeros, -aunque, la verdad es, que no hay muchos y tampoco se los espera-, con tiendas de todo tipo, restaurantes, garitos de cambio, agencias de viaje, alojamientos…Todo, supuestamente acondicionado para el turismo, sino fuera por el agresivo y molesto tráfico, por los barros, las baldosas levantadas y por la ocasional basura de algunas zonas. ¡Otra nueva imitación de khaosan!. Aunque, sin las comodidades, servicios ni precios de la añorada y odiada zona, de Bangkok. Al  menos ni hoteles, ni restaurantes, ni tiendas, se descuelgan con las desorbitadas tarifas de Pokhara.

 Fuera de guirilandia, Katmandú, sigue con su caos rutinario. Pero, al menos existen aceras y pasos elevados. Tras varias visitas menores, quedamos maravillados por el complejo de templos, de Durbar Square, ubicados en las propias entrañas de la ciudad. Casi sin quererlo y sin demasiado esfuerzo, nos hemos colado y nos ha salido gratis, ahorrándonos las 400 rupias de la entrada. De todas formas, no me parece nada bien, ni normal, que a los extranjeros, nos cobren por acceder a una plaza pública. ¡Nos iríamos acostumbrando –y colando, otra vez, porque no es muy difícil-, a lo largo de los siguientes días.
                                                                                    Kathmandú
En esta maravillosa ciudad, hemos solventado parcialmente nuestro síndrome de abstinencia de mercados, tanto de los que se encuentran, dispersos por el suelo, como de los de más postín, que rodean los templos. 

Primeras impresiones sobre Nepal, desde Pokhara

            La salida de India –por el puesto fronterizo más cutre, que cruzamos jamás-, fue menos complicada de lo previsto, así como la entrada en Nepal: 25$ por 15 días y 40$ por un mes, sin preguntas ni molestias.
                                                                            Pokhara
Los cincuenta metros, que separan ambos lados, presentan visiones diametralmente opuestos: en el lado indio, lo de siempre y tantas veces contado, mientras que en la parte nepalí, la carretera es mucho más ancha y mejor asfaltada, hay menos caos y la oferta gastronómica  y hostelera son mayores y más aceptables. Sorprende aún más, ver a todo hijo de vecino vendiendo alcohol, en sus puestos de comida, bebida o lo que sea. Aunque, por lo que atisbamos sobre el terreno, beber cerveza, puede salir aquí, incluso más caro, que en la India. ¡Tiempo al tiempo!

            El bus hacia Pokhara, es más nuevo y espacioso, que el que nos llevó a Sunauli. Pero, eso sí, se detiene unas mil veces, para que suba y baje gente. A la ausencia de paradas para orinar o para comer, ya estamos acostumbrados. Aunque, como el calor es menor y no se suda, de lo primero, entran ganas antes
                                                 Pokhara
Las impresiones iniciales, son las de encontrarnos en un país más limpio, “cuidado” y con gente más educada. Pero, las segundas percepciones, nos decepcionaron un poco, como vamos a corroborar en días sucesivos. Parecen gente, con muchas más caras, -o, también,  máscaras-, que sus vecinos del sur, que se muestran en estado puro. Sobre todo, nos molesta la escasa seriedad de los comerciantes de todos los sectores, incluidos restaurantes y hoteles, que te engañan sin demasiados escrúpulos  y te tratan de cobrar de más, incluso habiendo pactado férreamente, las condiciones con anterioridad, en cuanto al precio y el número de piezas del plato.

Pokhara, es una ciudad relativamente tranquila, que se divide entre la zona de los lugareños y la de los guiris, junto al lago, donde los precios son estratosféricos, sobre todo los de la comida. El principal atractivo aquí, son los trekkings por los alrededores o experiencias de mayor alcance y calado, como hacer montañismo, en el cercano y maravilloso, Anapuna.
                                                                                             Kathmandú
Hemos vuelto al frío y a la lluvia, tan lejanos ya para nosotros y a las expectativas, de que en este país comeremos fatal: no hay estómago que resista dos meses y medio seguidos, por India y Nepal. Si nosotros escupiéramos –como hacen ellos a todas horas-, lanzaríamos más llamas, que los dragones de las leyendas.  Y eso, que somos dos personas, a las que les encanta el picante.

¡Adiós a India!

            Entre las diferentes variables, que teníamos para llegar a la frontera de India con Nepal –se encuentra en Sunauli- optamos por la peor: el insoportable e inolvidable autobús, que enlaza Varanasi con aquella y que con nocturnidad, incomodidad y sin ningún amortiguador, circula por una carretera insufrible.
Varanasi
Podríamos haber tomado el nocturno a Goradpur, en primera –dado que, en sleeper, estaba todo completo. Otra más confortable opción, habría pasado por hacer noche en Varanasi y tomar el tren de la mañana. Pero no. Optamos, por la vía más rápida, como si nos quisiéramos escapar, corriendo, de India.  

Con el cuerpo destrozado y sin haber pegado ojo, a lo largo de toda la sufrida noche, este horrible transporte, nos depositó en la casilla de salida de India, después de un periplo de casi dos meses (en concreto, 58 días). Empezamos yendo, desde Bangalore, a Chennai en un bus nocturno estupendo y a partir de ahí y paulatinamente, la calidad ha ido descendiendo, hasta haber llegado a estos lamentables niveles
                                                                                                      Sunauli
Aún hubo, que esperar un día más, para decir adiós a India, porque decidimos descansar en esta ciudad de frontera, hasta la mañana siguiente, que acometeríamos el último trámite burocrático, en este país, donde hasta para respirar, hay que rellenar un formulario.

            Todavía es demasiado pronto, para conocer todos los motivos y así decidir porque este país, nos ha enganchado y espeluznado al mismo tiempo. Aunque, poco a poco, vamos dando con las respuestas. ¡Ya os las iremos contando!.

            Sin lugar a dudas, dejamos atrás, el país más fantástico del mundo. Y no me duele, en absoluto, haber tenido que dar mi brazo a torcer. 
                                                                            Bodhgaya

La vibrante Calcuta

                                                                                                       Calcuta
           Calcuta es una inmensa urbe, situada a medio camino, entre la modernidad de Mumbai y el lento –pero continuo- desperezamiento de Delhi. No presenta grandes atractivos monumentales pero se muestra vibrante y acogedora, convirtiéndose en un lugar muy adecuado para reponer fuerzas, durante unos días o dedicarse al paseo. Porque, además, hay aceras por casi toda la zona del centro.

En cuanto a lo primero, es de los sitios donde más variedad culinaria se puede encontrar en el norte, incluyendo la carne, diversas variedades de comida tibetana, como el chow mein, los momos o los pollos especiados y con vegetales, que envueltos en un caliente Chapati, calmaron nuestra ansiedad, después de lo mal, que habíamos comido en Khajuraho y Varanasi.
                                                                                               Calcuta
Otro aliciente es, el barato precio de la cerveza –a niveles de Goa- o de cualquier otra bebida alcohólica. Y para rematar, la amena Calcuta –junto a Amhedabad- es la ciudad con más mercados-mercadillos, de toda la India visitada, algo, que hemos echado de menos en la mayoría del país, que no esperábamos y que nos decepcionó bastante. ¡Lo que son los prejuicios!

            Como estaba previsto, después de pasar el fin de semana, el lunes nos dirigimos  a la embajada de Bangladesh. Las ventanillas exteriores de información, donde informan sobre visados, estaban cerradas, a cal y canto y la sede diplomática funcionaba a medio gas. La despistada persona, que nos atendió, no hablaba apenas inglés y por ello, no logramos entender lo que estaba ocurriendo.

Resultó –lo descubrimos al ver gran parte del comercio cerrado- que era un día medio festivo o algo así. Entre fiestas religiosas y civiles –sean medio día o entero-, en India no pegan palo al agua, a lo largo del año. No quisimos esperar un día más y abandonamos la idea de viajar, a Bangladesh, optando por dirigirnos a Nepal, directamente.

                                                                                                       Calcuta
            Nuestro tren a Varanasi –volvemos para dirigirnos a la frontera con Nepal-, acumuló 7 horas de retraso, lo que nos obligó a bajarnos en Gaya, una caótica e insufrible ciudad. Al menos, la escala nos sirvió, para contemplar el magnifico templo y monasterios de Bodhgaya.

De retorno, a Benarés y compartiendo el caos de las calles, que van desde las estaciones a los gaths, nos encontramos con Iván, un agradable y extraño personaje, que ha venido al país por tan sólo una semana, sacando el billete 3 días antes de partir y la visa, con tan sólo 24 horas de antelación (no sabemos lo que le habría costado), porque algo en su interior, le decía que tenía que estar aquí, el once del once del dos mil once. ¡Dios la cría y ellos en India, se juntan!.