Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.

lunes, 20 de agosto de 2012

La noche de Los Estelares


            Nuestro objetivo inicial no era otro, que investigar la mejor fórmula posible, para llegar desde Puerto Iguazú, hasta Montevideo. Pero, en la oficina de turismo nos desaconsejaron este plan, debido a un conflicto entre Uruguay y Argentina, por el asunto de una fábrica de celulosa
 Buenos Aires (Argentina)
            Compramos entonces, boletos de bus para Buenos Aires. El viaje es más largo, de lo que cualquiera puede desear. Tardamos casi 20 horas –dos de retraso-, en las que sufrimos algunas incidencias, como un cambio de autobús y paradas más largas de la cuenta, en las que suben vendedores, comercializando, “chipas, chipas –una especie de pan con queso, huevos y manteca-, calentitas”.
                                                                                            Buenos Aires (Argentina)
            Los “colectivos” en Argentina son algo caros, en comparación con el resto de Sudamérica (excepción, de Chile), pero resultan muy confortables. Es lógico, porque cubren distancias muy largas. En esta ocasión y con la compañía Crucero del Norte, nos estaba incluida la cena: pollo relleno y rebozado, con patatas fritas y verduras. Muy de agradecer.

            El metro de Buenos Aires es algo viejo, al menos en las líneas, que nosotros utilizamos, pero resulta extraordinariamente, barato. Gracias a él, nos bajamos en la calle Callao, donde ocupamos un alojamiento, que habíamos gestionado por teléfono, desde la propia estación de buses. En la recepción atiende una rubia muy simpática y limpia las habitaciones, una mujer muy mayor, que nos recuerda a cualquier chacha, de las películas españolas de los años sesenta.
 Buenos Aires (Argentina)
            No es lo único, que nos rememora a España. La propia pensión, donde estamos, evoca aroma de las del Madrid de los años ochenta –con esas habitaciones grandes, de techos altos y ventanas de madera- y muchas de las calles del centro –especialmente la llamada, Florida-, también se nos insinúan muy parecidas, a las de la ciudad del oso y el madroño. Casi idénticas, sino fuera porque sobre el asfalto, aquí se baila tango.

            Buenos Aires es una gran ciudad. Es por eso, que le dedicamos cuatro días. Pero, a decir verdad, nos termina decepcionando un poco. No, porque no merezca la pena, sino porque esperábamos más. Tal vez, también haya influido la frialdad con la que nos ha recibido, en estos días de febrero, en los que la mayoría de los porteños, se encontrarán de vacaciones.
                                                     Buenos Aires (Argentina) 
            Nos encanta La Boca –aunque es una zona más pequeña de lo imaginado- y resulta agradable pasear por Puerto Madero, a pesar de que no podamos tener acceso a sus caros restaurantes. También, nos sentimos muy atraídos por la zona de San Telmo o por calles, como Rivadavia, que en cierto sentido, nos recuerdan a Malasaña, en Madrid. Los parques de la zona de Palermo, resultan relajantes y la plaza de Mayo, se muestra como todo un icono de la historia. Pero, al menos en estos días, a esta ciudad le falta la magia.

            Aunque, finalmente y el día antes de irnos, la acabamos encontrando, asistiendo a un espectacular concierto de Los Estelrares –junto a Hana y Pánico Ramirez-, la última noche, en el parque de Lezama. No conocíamos a este fantástica banda, que nos ha deparado uno de los momentos más adrenalínicos y felices del viaje.
      Colonia del Sacramento (Uruguay)
            En Buenos Aires, tomamos dos importantes decisiones, en forma de compras. Los billetes de ferry, para viajar a Colonia de Sacramente y otros de avión, para volar desde Montevideo, al Calafate, en la Patagonia, surcando los cielos con Aerolíneas Argentinas.

Nuestro paso por Uruguay fue algo efímero. Quedamos encantados con la pequeña y coqueta Colonia y con la cotidianidad algo rancia de sus lugareños, un domingo por la tarde, junto al río de la plata. En plan, merendolas y mate al estilo picnic, de los años setenta hispanos. Lo peor, nuestro alojamiento, en una algo tétrica y húmeda chocita, que nos rentó una chica, que más bien, parecía un zulo.

Lo de Montevideo, ya es otra cosa. Sin lugar a dudas, la capital más fea de todo Sudamérica y Centroamérica, para nuestro gusto. Y el aeropuerto se nos presentó, como el más inflexible del mundo. A los maleducados funcionarios de inmigración, no les basto con retenernos una lata de cerveza y una botella de brasileña cachaza, sino que hasta nos despojaron de dos paquetes de galletas (lo nunca visto).    Montevideo (Uruguay)

viernes, 17 de agosto de 2012

"No me gustan los israelíes, porque lo rompen todo"

                                                  Cataratas de Iguazú
            Llegamos a Puerto Iguazú, agotados y carentes de reflejos. Sólo así, se puede explicar, que nos dejemos atrapar por las garras de un comisionista de alojamientos y que accedamos a quedarnos en uno, que no sale muy barato y no resulta gran cosa. La propietaria habla por los codos y cuando los ha desgastado, empieza a hacerlo hasta por las orejas. En claro, apenas sacamos, que le tiene bastante manía a los viajeros israelíes, porque lo rompen todo.
              Paraty (Brasil)
            Dos noches seguidas de autobús, han tenido la culpa de nuestro estado extremo. La primera, nos transportamos desde la magnífica ciudad colonial brasileña, de Paraty y desde sus maravillosas playas de los alrededores, hasta la capital, Sao Paolo. A pesar, de que no son muchos sus atractivos monumentales de esta ciudad, no nos decepcionó, en absoluto. Sobre todo, gracias a una zona algo decadente, con unos cuantos pintillas, cuyo nombre no recuerdo –aunque podría ser, la del metro de santa Cecilia- y que al menos de día, se nos mostró con bastante encanto.
                                                                                              Sao Paolo (Brsil)
            Durante la segunda, conectamos esta ciudad con Foz de Iguazú, ya en la frontera con Argentina. Nos pareció estar transitando por Kosovo, dado que todas las luces interiores del autobús –“colectivo”, en estas tierras-, iban apagadas, incluidas las de lectura. Nos daba la sensación, de irnos infiltrando por las líneas enemigas, a gran velocidad, para conseguir el objetivo.
                                 Cataratas de Iguazú
Al ir al baño –todos los buses de largo recorrido, lo tienen- y no ver nada, le arreé un buen mangurrino en la cabeza, a una señora, que casi quedó conmocionada. Desde entonces, aprendí la costumbre local: Para manejarte en el interior del vehículo, es necesario desplazarse, apoyando las manos en los portaequipajes de arriba y no en los asientos.
                                      Cataratas de Iguazú, arriba y Puerto Iguazú, (Argentina), debajo
            Las cataratas de Iguazú deben contemplarse, tanto del lado brasileño, como desde el argentino. Desde el primero y en nuestra opinión, resultan más espectaculares, al verse de lejos, a través de un recorrido muy bien acondicionado. Espectacular, contemplar atónitos desde abajo, la Garganta del Diablo. Desde Argentina, se observan saltos desde mucho más cerca, aunque con menor perspectiva y en ocasiones, con demasiado vapor de agua en suspensión. Se puede –y debe- navegar desde el islote de san Martín, hasta acercarse bastante a una caída de agua, impresionante.
    Cataratas de Iguazú
            Dado, que muy cerca se halla también, la frontera de Paraguay, no es desaconsejable hacer una excursión de un día, a Ciudad del Este, sobre todo, si os gustan las compras de casi todo. Pero, no hagáis el panoli, como nosotros, que fuimos un domingo y desde la una de la tarde, estaba todo cerrado.

            Lo primero, que nos sorprendió de los paraguayos –de esta zona- es, que no les entendíamos absolutamente nada. Lo segundo, la cantidad de parrilladas, que se estaban haciendo a la hora de comer. Y después, a escuchar los partidos del campeonato nacional de fútbol, con las radios de los coches a todo trapo, mientras consumían mate. Los narradores y como era de esperar, espectaculares. ¡Ni la tele en alta definición, te lo pone más colorido!
                                                                Cataratas de Iguazú
            Ya de nuevo en Puerto Iguazú –donde asistimos a una especie de Carnaval nocturno-, fueron las maravillosas empanadas, las que ganaron nuestro corazón para siempre (de queso y cebolla, bonito y tomate, queso fundido y jamón, espinacas…). No así, la cerveza Quilmes. Como bien dice un buen amigo argentino: Esta cervecera aprendió hace tiempo, en que el secreto del éxito, consiste en servirla helada”. Lo dice todo.

            Pero, con ese amarillento líquido, tuvimos varios conflictos en el cono austral –incluyendo también, Chile-. En el Calafate, una cajera se negaba a cobrarnos una botella, porque no llevábamos casco. “Mire, venimos de España –le dijimos-. ¿Qué quiere, que nos lo traigamos de casa”. “Sí –contestó” Y fueron infinito, los conflictos, porque después de ingerido el líquido y devuelto el recipiente, no nos quisieran devolver el dinero. Siempre, salimos victoriosos, aunque en Puerto Montt, nos costó rellenar media hoja de reclamaciones.

                                                          Cataratas de Iguazú
            Por cierto y retomando el tema Calafate. Por motivos ecológicos, se ha suprimido el uso de las bolsas de plástico en la ciudad. Pero sin embargo, las calles presentaban una suciedad significativa. Nos llamó la atención este curioso contraste.             

miércoles, 15 de agosto de 2012

Río maravilhoso

                                        Todas las fotos de esta entrada, pertenecen a Río de Janeiro
            Estamos a punto de aterrizar en Río. Es la primera vez, que cruzamos el charco y que iniciamos un viaje largo, de una duración estimada, de unos cinco meses y por eso, estamos nerviosos. Volamos con Air Europa, con el localizador, YIDZT4, inolvidable para siempre.

            Los trámites de inmigración son sencillos. Es 7 de febrero y nada más salir, notamos la agradable embestida del calor húmedo. Los 30 grados contrastan bastante, con los dos sobre cero y la fresca brisa, que hemos dejado en Valladolid, esta misma mañana.

            Nada más salir nos aborda un taxista, que nos saluda en perfecto español. Se ve a la legua, que tiene tablas Además de transporte, nos ofrece un apartamento en la zona de Copacabana. Declinamos la oferta, dado que tenemos una habitación reservada, algo menos céntrica (Botafogo). Pero, tras un regatero, consigue igualar el precio que traemos. No solemos romper los pactos ya fijados, pero esta vez, lo hacemos, con bastante remordimiento.

            Necesitamos dinero y nos encaminamos al cajero. Nos llama la atención, el sistema de funcionamiento. Debes introducir la tarjeta y sacarla a los dos segundos. Es entonces y sin ella dentro de la ranura correspondiente, cuando se empieza a operar. Pactamos el precio del taxi. Nuestro conductor nos va haciendo de guía, de camino a la ciudad. A un lado, El Pao de Azúcar. Al otro, las luces que iluminan al lejano Corcovado, pues el Cristo no se ve, al ser cerca de las doce de la noche.

            El apartamento es agradable. Cuenta con una enorme estancia, que sirve de dormitorio y salón y cocina y baños pequeños, con un frigorífico, que se asemeja a un arcón congelador, de extraordinaria potencia. N

os impresiona, que disponga de varias cerraduras, con numerosas vueltas de llave y que en el portal haya un vigilante, con monitores de video. No es poca, la paranoia que traemos sobre la seguridad –hemos tratado incluso, de localizar las distintas favelas, con Google Maps-, para ahora ver esto o las enormes verjas, que protegen la mayoría de los edificios de las zonas nobles, que hemos contemplado desde el coche. ¡A ver si vamos a tener un percance en los primeros días del viaje y lo vamos a arruinar!.

            A pesar, de que el leve jet lag de tres horas, nos favorece y de que nos tomamos unas cuantas cervezas, resulta imposible dormir. Estamos absolutamente emocionados, como en una nube, como si una fuente maravillosa de energía, se nos hubiera metido dentro del cuerpo. Está a punto de comenzar, el viaje soñado desde la infancia. Con el final previsto –México-, aunque con un inicio distinto –en la tierna imaginación, se iniciaba en Patagonia-.

            A la mañana siguiente, visitamos el centro. Agradable y entretenido, aunque no espectacular. Sin quererlo y callejeando, arribamos a lso límites de una favela. Retrocedemos, casi corriendo Quedamos fascinados con los jugos de maracuyá, que venden en algunas tiendas y por la variedad de oferta culinaria –incluidas las carnes-, que encontramos en los baratos, “todo a kilo”. Y que decir, de poder estar tomando una caipirinha al borde del mar, con pajita y en manga corta, siendo 8 de febrero.

            Al contrario, que a la mayoría de la gente, a nosotros nos gusta más, la zona de Copacabana, que la de Ipanema. Esta última es más pija y de gente de posibles, mientras que la otra, nos resulta mucho más auténtica y de gente más normal, con una vida más cercana, al habitante medio de Río. En cuanto a playas, también nos reconforta más Copa, con sus fantásticas e interminables olas. Las mujeres muestran el culo, pero nunca los pechas. Hay más celulitis de la esperada. Mientras, al borde del paseo, decenas de hombres musculosos se ejercitan en los aparatos gimnásticos, allí ubicados. Y en la arena, con sus neveras y cachivaches, los numerosos, coloridos y agradables, vendedores ambulantes

            Los tres primeros días –de los cuatro, que estaremos-, no me frenan ni los problemas de salud. Sea por el brusco cambio de clima, sea porque casi nos pillamos una insolación, al hacer ida y vuelta –andando-, cuatro de las playas de Río (Leme, Copacabana, Ipanema y Leblón)  ), sea por la comida o la bebida, me agarro una severa diarrea, una afonía, que me impide hablar y una flojera general, que comienza a preocuparme.

Aunque, somos agnósticos, fue llevar a cabo la visita al Corcovado –desde donde se ven las imágenes más espectaculares de Río de Janeiro y a la mañana siguiente, estar como una rosa. Por cierto: a este lugar hay que ir por la tarde y al Pao de Azúcar, por la mañana. Así, el sol queda de espaldas y se hacen mejores fotos.

lunes, 13 de agosto de 2012

¡Llorando en el cíber!

                     Bangkok (Tailandia) 
El pasado fin de semana, lo pasamos recorriendo los viejos sitios de Bangkok y visitando un bonito pueblo -llamado Nakhon Pathom-, que tiene un gran templo y un vibrante mercado, que nos subió el animo bastante. Todo ello, mientras esperábamos a gestionar el lunes, la visa de Myanmar.

También, nos enganchamos a internet y nos enteramos de lo chungo que anda el mundo: El euribor al 5,5, las ventas de coches que caen un 33% y el euro, que va de culo con el dólar. Y Nosotros aquí, ajenos a la catástrofe. No podéis, siquiera imaginar, lo a gusto que se vive, después de más de ocho meses, sin la esclavitud de ver todos los días el telediario y a toda la manada de políticos parásitos   
                                                                                                                Bangkok (Tailandia)
A nosotros, lo que mas nos afecta es lo del euro, dado que cada día, nuestro dinero da menos de si (la mayoría de las monedas de la zona están referenciadas al dólar). Por ejemplo, en junio nos daban 53 baths thais por un euro y ahora, son solo 47.

El lunes y como estaba previsto, fuimos a la embajada de Myanmar, a gestionar el visado. A todo el mundo en la cola le ponían pegas y nos empezamos a desanimar. Pues vaya, a nosotros ninguna. A recogerlo el miércoles.

Así, que el martes volvimos al lindo mercado flotante, que tanto nos gustó hace tres meses. Muy colorido y con las señoras vendiendo fruta desde las barcas y posando para las fotos, muy coquetas.
                  Bangkok (Tailandia)
Y, como vamos organizando el viaje, a salto de mata -más bien estilo montaña rusa-, a la vuelta y al entrar en internet de forma rutinaria, descubrimos que para ingresar en Myanmar, hay un cambio obligatorio de 600 dólares –300 cada uno-, por unos cuantos papelitos -no dinero-, que no aceptan como pago en todas partes del país (se llaman, certificados de cambio para extranjeros). Además, los boletos aéreos desde Bangkok a Yangon, no salen baratos. Pero, lo que nos empieza a rayar, es que vayan a por nuestro dinero, sin complejos, de una forma tan descarada.
                                                      Aeropuerto de Bangkok (Tailoandia)
La mañana del miércoles, se llenó de incertidumbre, porque aunque recogimos la visa sin problemas, no sabíamos que hacer. A mi chico, la cabeza le decía que fuéramos a Myanmar y el corazón, que volviéramos a casa. A mí, por el contrario, el corazón es el que me invitaba a quedarnos en la queridísima Asia, pero la cabeza dice lo contrario, porque estamos algo castigados con tantas emociones fuertes, a lo largo de estas 100 jornadas. Además, nuestro seguro médico de la Visa Oro, caducó hace más de una smeana. En América estuvimos más de 40 días sin él, pero lo de Myanmar, nos parece más arriesgado (la mayoría de aseguradoras, no dejan contratar seguros, estando en el extranjero, si no es con un periodo de carencia).
                   Bangkok (Tailandia)
Los buscadores aéreos en este caso, se pusieron de nuestra parte y en menos de media hora, encontramos un vuelo con Egypt, Air a Madrid, a un precio interesante y con muy buenos horarios. Pensamos y lo repensamos, mientras paseábamos por la mítica zona del Kahosan, de Bangkok, donde se vende casi de todo, las 24 horas del día.

La verdad, que es una putada, dejar Myanmar sin ver, porque seria el único país de la zona, pero no nos apetece alimentar las ansias usureras de una dictadura bananera, como la de la ex Birmania, que trata a los turistas como euros con patas. Finalmente y con todo el dolor de nuestro corazón, tomamos la decisión de volver a casa, aun perdiendo el dinero que hemos pagado por la visa (unos 16 euros, cada uno).
                                                                                Noi Soi (Tailandia)
Así es este viaje: Nos levantamos por la mañana, pensando en ir a Myanmar y por la noche, poco más de doce horas después, tenemos ya los boletos para volar a casa.

Por lo que pasado mañana, sábado, a la 1 de la madrugada -hora local, cinco menos en España- volamos a El Cairo y luego a Madrid, donde si no hay problemas, llegaremos a las 2 y media del mediodía, por lo que esperamos estar en Valladolid, a media tarde de ese día.

Este viaje nació loco, transcurrió menos cuerdo todavía y acaba de la misma e inesperada forma, poco cabal, con todo el dolor de nuestro corazón, con el alma encogida y con las lagrimas en los ojos, por dejar esta zona del planeta, que tanto nos dio, que tan innumerables buenos y malos momentos nos hizo pasar y en la que disfrutamos de forma intensa, cada minuto, cada instante, cada aliento. No lo olvidaremos jamás. Escribo con un nudo en la garganta y con el llanto, inundando el teclado.
                          Bangkok (Tailandia)
Pero, donde una puerta se cierra, otras se abren. El próximo jueves volamos a Túnez y de ahí, continuaremos viaje por otros sitios aun sin planificar, hasta el día 10 de noviembre (33 días).

Besos y gracias a todos, por el apoyo que nos disteis a lo largo de los dos viajes largos (este y el de Sudamérica, Centroamérica y México). Sin vosotros, esto no hubiera sido posible. Si no hay contratiempos, este es nuestro último mensaje desde el hipermegaqueridísimo sudeste asiático.

Cuando el problema es la policía

                      Ángeles (Filipinas)
Estamos en Bangkok, donde hace mas de tres meses iniciamos nuestro viaje por el sudeste de Asia. Llegamos ayer por la mañana y ya tuvimos tiempo para informarnos y decidir, que no iremos a India. El visado es lento -puede tardar hasta diez días- y farragoso. Así que el lunes, trataremos de obtener el de Myanmar.
                                                          
Los nuevos planes pasan por permanecer por allí, hasta el 15 de octubre -más o menos-, volver a Valladolid, a presentar los escritos de fin de excedencia y marcharnos a Túnez, hasta que mi chico empiece a trabajar (11 de noviembre). Pero aquí los planes, cambian tres veces cada día.
Bangkok (Tailandia) 
            Los últimos días en Filipinas, los pasamos languideciendo y lamiéndonos las heridas de la perdida de nuestras fotos. Como las habitaciones en el entorno de Manila son peores que en el resto del país, aprendimos a practicar un nuevo deporte, que se llama bolssing. No es tan divertido como el rafting o el cayaking, pero también pone. Como las duchas eran, de lanzarte agua con el cazillo y estos eran cutres y sucios, decidimos ducharnos a bolsazos. Se le acaba cogiendo el truco y la sensación es gratificante. Es mejor una bolsa mediana que grande. Se llena hasta las dos terceras partes, se hace un rápido giro de muñecas, se coloca sobre la cabeza para volcarla de golpe y listo. Ducha a ducha se mejora la técnica.

                                                       Nakhom Pathon (Tailandia)
            En uno de esos hoteles además, tuvimos que coger la habitación por horas. En la segunda planta, que era la de los guiris despistados, solo estábamos nosotros. En la primera, decorada para la ocasión y sus funciones, las niñas esperaban tranquilamente a sus clientes. Buen rollito entre todos y necesaria convivencia: Ni ellas nos molestaron, ni nosotros tampoco.
Bangkok (Tailandia) 
Pero eso si, hasta el ultimo momento comimos de muerte. Es que hasta el fast food local o la sopa de sobre o bote, están cojonudas en Filipinas.

            Ayer en Bangkok matábamos la tarde algo mustios. Los recuerdos de la primera estancia aquí, cuando todavía quedaba todo el viaje por vivir y la perdida de nuestras fotos, nos tenían muy depres. Porque desde que desaparecieron, hemos visitado algunas ciudades que ya vimos y nos han venido recuerdos muy tristes.
  
Cuando íbamos para el hotel, nos para la policía, por primera vez en cualquier viaje. Nos piden los pasaportes y uno de ellos empieza a toqueteara mi chico tratando de sacar el bolsillo interior donde lleva el dinero y sus tarjetas.
      Nakhom Pathon (Tailandia)
Los que hemos viajado sabemos, de decenas de personas a las que le robaron falsos policías, así que el empezó a forcejear con el madero y a tratar de escapar. Ambos cayeron al suelo, mientras yo lo contemplaba, atónita. Mi chico trató de calmarse  y de explicarle -los polis, ni papa de ingles-, que si quiere registrarle, le lleven a comisaría, andando o en un medio de transporte publico, que es lo que siempre recomiendan las guías.
  
O que por el contrario, él le enseña las cosas y le deja de tocar. Conseguimos que se tranquilice y al ver que no pretende robarnos, aunque si registrarle a fondo, se calmo él también. Bueno, más que registrarle, pretende toquetearle, porque no deja de tocarle el culo y los huevos varias veces, hasta por dentro del calzoncillo. ¿Maricón o sabueso antidrogas?. ¡Buda dirá!. Con migo no se atreven. Solo me registran la bolsa que porto y me huelen hasta la pajita, de un refresco que me había tomado, unos diez minutos atrás.
Bangkok (Tailandia)
¿A cuántos guiris, habrán registrado en Tailandia, de esta humillante forma?. A pocos. ¿Y a cuantos, les habrá caído un pesado animal encima, en Bali?. A menos todavía. ¿Y a cuantos, les ocurrieron las dos cosas?. Si, esa es la respuesta: A nosotros.

Y esto ocurrió en el país, en teoría, más seguro para el turismo de la zona. Pero tuvimos la suerte, de que sucediera en el día 93 de viaje y no en el 3, en nuestra primera estancia en Bangkok, lo que nos habría dado, mucha más inseguridad para el futuro.

Por lo demás, seguimos estupendamente y sin novedad.

domingo, 12 de agosto de 2012

El dicho no miente: "Más se perdió en Filipinas"

                                         Manila (Filipinas)
Buenas tardes, desde la desesperación y el absoluto desconsuelo. Hoy es el día más triste de todos nuestros viajes y, aun así, tampoco nos podemos quejar, porque cosas peores a las que han ocurrido, nos podían haber pasado en tantos periplos por el mundo.
                 Manila (Filipinas)
Los principales peligros que se tienen al viajar -y de ellos, siempre hemos sido conscientes-, son de mas grave a menos, la muerte, contraer una enfermedad de las típicas del tercer mundo, que generalmente causan los mosquitos -malaria, dengue, leismaniosis…), tener un accidente, que te roben y te dejen sin nada y perder los escritos o las fotos del viaje. A nosotros, afortunadamente, solo nos ha ocurrido esto último.

Solo hizo falta un segundo, para que las mil cien fotos que llevábamos -desde la primera en el remodelado aeropuerto de El Cairo, hasta la ultima, ayer en una preciosa puesta de sol en White Beach-, se fueran al garete, por un fallo increíble de la tarjeta de la cámara, que no sabemos como se reformateo sola y mandó todos nuestros recuerdos a la mierda. Fotos magnificas, sobre todo de mercados coloridos, gente pintoresca o típica y playas y puestas de sol. Eran las mejores fotos de cualquier viaje, porque Asia, gracias a la amabilidad de su gente, es el continente más fotogénico. Es verdad que es más bonito América, porque entra por la vista, pero Asia se adentra en el corazón, para nunca volver a salir.
                                                                                     Vigan (Filipinas)
Tenia que ser otra vez la puta tarjeta, como con las del banco, aunque esta vez fuera la de la cámara, la que nos haya jodido el transcurrir, por uno de los países mas recomendables en los que estuvimos jamás.

No obstante, lo primero que hicimos esta mañana -aunque no teníamos ninguna gana-, fue seguir haciendo fotos, para intentar superar este duro golpe cuanto antes.
  
            Esta semana, ha sido de las más intensas de nuestras vidas. El lunes de madrugada, casi morimos en un accidente de tráfico, al estar el autobús en el que viajábamos a Banaue, a punto de caer por un terraplén. El susto y el griterío, fueron realmente tremendos.
                        Vigan (Filipinas)
            Ese mismo día por la noche, en uno de los sitios más bonitos y más olvidados del planeta, conocimos a una pareja de madrileños y un catalán, con los que estuvimos cerca de  24 horas continuadas de juerga, que casi nos llevan al coma etílico y algún hospital, a 15.00 kilómetros de casa. Y dos días después, lo de las fotos y una crisis de pareja de la que no damos más detalles, que casi nos sitúan en la disolución, de una relación legendaria. Todo ello, en tan solo cinco días.

Por lo demás, teníamos otro mensaje anterior ya escrito, para mandaros hace un par de días y no vamos a dejar de hacerlo.

La vida en Filipinas, esta siendo tan dura como tan linda. Realmente dura, porque hace un par de días, nos corrimos la juerga mas grande de los últimos meses y todavía nos estamos recuperando (la edad no perdona). ¡Fue el día en que ardió Manila!.
                                      Sabang (Filipinas)
Al coger un autobús en Banaue -lugar de preciosas plantaciones de arroz, en forma de terraza-, nos encontramos primero a Javi (Barcelona) y luego a Susana y Raúl (Madrid), tres españoles en Filipinas, con los que estuvimos de fiesta, comiendo, bebiendo, charlando y yendo de caraoke -la única diversión en Asia, pero muy animada, porque aquí no tienen sentido del ridiculo-, durante horas .

Este viaje es el de los records y también el de comer y beber lo batimos: Desde las nueve y media de la mañana, hasta las cuatro y media de la madrugada. Una gente fantástica, muy viajera y divertida, con los que pasamos uno de los mejores momentos del viaje. Ahora nos curamos y lamemos las heridas en un resort, aunque algo cutre.
              Manila (Filipinas)
En Filipinas el transporte es horrible. Te puedes tirar todo el día para hacer 200 kilómetros, con cuatro cambios de de autobús. Pero la comida es exquisita. El lechón asado no es como el español, pero esta riquísimo, carnoso y crujiente, sobre todo en su modalidad llamada Kawali. La longaniza es parecida en la forma a la española, aunque con un exótico toque de sabor dulce. Los calamares rebozados, con una salsa de ajo deliciosa, fueron los mejores que probamos jamás. Las gambas, que las hacen con salsa agridulce y a la vez picante, resultan insuperables. Y el pescado en todas sus formas, es exquisito.
                                                                                   Ángeles (Filipinas)
Pero lo mejor de aquí, es la gente. Casi cada filipino, es nuestro ángel de la guarda. Tendríamos docenas de ejemplos, pero sirva el de cuando llegamos ayer a Nasubug. Pedimos un plano en la policía turística. No tenían, porque el pueblo son cuatro calles, pero a cambio, nos trasladaron gratis en el coche policial hacia la zona de los hoteles de la playa. Y no conformes con eso, nos ayudaron a regatear el precio de la habitación. Y aunque -modestia aparte- soy buena regateando, la policía impone mucho más.

Mientras nuestro cuerpo y nuestra mente tratan de volver a la normalidad, ya tenemos claro que Filipinas esta siendo la gran sorpresa del viaje. Y pensar que la única causa de acabar aquí, fue que no funcionaban las tarjetas de crédito, para poder comprar con otras compañías aéreas.
 Banaue (Filipinas)
Susana, Raúl y Xavi nos han hablado maravillas sobre la India. Además, ellos nos dieron aquí el cariño que siempre vosotros nos dais allí -y también ahora por e-mail- y que tanto necesitamos.

Besos, desde el país donde pasamos los mejores y los peores momentos del viaje (aunque nunca podréis ver ninguna foto entre los días 1 y 86 de este periplo).  

Buena vida en Filipinas


Cuando hablaba el otro día, de que aquí están sentados en la moto, viendo la vida pasar, me refería a los hombres. Las mujeres en el tercer mundo, curran como locas: En los mercados, en la venta ambulante, recogiendo el arroz en los campos (que es bien duro) cuidando a la prole...
 Vigan (Filipinas)
            En Filipinas, apenas existe esa actividad contemplativa de la vida. Aquí, la gente trabaja y no se dedica a dar la brasa a los turistas. Una profesión muy demandada por estos lares, es la de vigilante de seguridad. Está lleno de ellos y hasta en el acceso al transporte publico, te hacen cacheos a fondo.
                                                                                    Banaue (Filipinas)
            El patrimonio que tiene este país, es herencia de los españoles, pero la colonización económica corrió a cargo de los norteamericanos, que hasta les vendieron trastos inservibles, como son los jeepnies, jeeps de la segunda guerra mundial, pintados de colores, que aquí sirven ahora para el transporte publico (son lindos).

             Filipinas es una extraña mezcla de lo español, lo americano y del peculiar estilo de vida asiático. Una combinación realmente agradable. Aquí se llaman Ángel, Adela o María y se apellidan del Prado, Robledo o García, pero no hablan ni una sola palabra de español (bueno, si las hablan, porque el tagalo contiene hasta un 30 por ciento de vocablos en nuestro idioma, pero ellos lo desconoces). La mayoría de las calles también tienen nombre español, bien de generales, de regiones o países (Extremadura, Andalucia, Valencia, España…) o de otros personajes, pero al pronunciarlas por ellos, no suenan a nuestra lengua.
              Banaue (Filipinas)
            Y hay platos de comida -bastantes-, también tienen nombres patrios: Arroz caldo, longaniza, lechón asado, adobo (una rica salsa de soja y vinagre), calamares..., pero salvo estos últimos, poco tienen que ver con lo que comemos en España.

            Eso si, al menos aquí, no nos confunden con italianos y nos identifican como españoles. En el resto del sudeste asiático, lo único que saben de España, es que es un lejano país, que no consiguen ubicar, pero que si conocen que gano la pasada Euro.
                                                                                    Sabang (Filipinas)
            Al llegar a Filipinas, nos sorprendió que la fruta costara una fortuna (un kilo de sandia, lo vimos hasta a 3 euros), pero nos aliviamos, al ver el del litro de cerveza (60 céntimos), el de la botella de ron (menos de un euro), el de la coca cola de litro y medio (50 céntimos) y, aunque no fumamos, el del cartón de Fortuna (algo mas de dos euros). Y es que aquí fuman fortuna y beben San Miguel. Así que nos dijimos: ¡¡¡Viva  el escorbuto y que le den por el culo a la fruta!!!!

            Estamos felices, por haber abandonado Ramadania y haber vuelto a la alcohólica cristiandad, aunque cuando regresemos a Malasia el día 24, todavía estaremos en el mes sagrado musulmán.
                 White beach (Filippinas)
            Ayer dejamos Manila, una agradable ciudad llena de cosas que recuerdan a España, aunque el insoportable olor a humedad hedionda y rancia, con aromas dulces -típica de la época de lluvias-, hace el ambiente irrespirable.

            Hoy estamos en Vigan, comiendo ricos espaguetis -que también son de arroz y no de harina- y lechón asado, tomando cervecitas frescas y fumando baratos puros larguísimos, hechos a mano y a siete céntimos de euro la unidad. Y todo eso en una ciudad, que recuerda al Imperio por los cuatro costados (meted Vigan en google y buscar en imágenes). Así que estamos más felices, que dos lombrices. Tanto es así, que nos damos envidia a nosotros mismos

El enorme animal, que en Bali, me cayó desde el cielo

                                                         Kuta, en Bali (Indonesia) 
Tras mandaros nuestro último mensaje, llego la eclosión de felicidad. A los cinco minutos, pudimos reservar con la tarjeta, el vuelo de vuelta de Filipinas con Air Asia -la compañía que no nos dejaba-. A los quince minutos, encontramos una coca cola fría. Y a la mañana siguiente en Bali, los mejores alojamientos calidad-precio del viaje. No será fácil que os creáis, que por unos seis euros, hemos dormido una habitación de hotel con baño completo, una bonita y enorme piscina –desde donde hasta hemos visto la Formua1 en pantalla gigante, mientras nos bañábamos- y un desayuno bastante copioso (a elegir entre tres distintos). Así que tan felices hemos sido en la linda Bali, que en una semana ni siquiera nos hemos conectado a internet.
 Dempasar, en Bali (Indonesia)
Las playas no son tan espectaculares como esperábamos, pero si las puestas de sol y los impresionantes y maravillosos templos hindúes o la jungla. Lastima que todo eso, a veces quede empañado por la falta de escrúpulos y la avaricia de los conductores de bemos -vehículo típico de la zona, que recorre distancias de hasta tres horas- y de otros buscavidas varios.
  
En Bali -como en Vietnam y Camboya-, las profesiones más habituales, no son fontanero, mecánico, abogado o medico. No. Las cuatro mas frecuentes son:

-Tedoylabrasaynoparo: Se trata de los que abordan al extranjero, con el fin preguntarle cosas y mas cosas, hasta obtener la información suficiente, para poderle colocar algo (un bien, un servicio o lo que se tercie).
 
-Los estafaturistas: Son los que, aprovechando que no conoces los precios de la zona, te tratan de cobrar en todo, más del doble de lo que pagan los lugareños. Abundan en todos los sectores
   Banyuwangi, en Bali (Indonesia)
-Los transport: Son una mezcla siniestra de los dos anteriores. No tienen escrúpulos y abundan en las terminales de transporte y ofrecen taxis, cyclos (bicitaxis). bemos, tuk tuks o mototaxis, que consisten, en una moto normal tirando a cutre, con la peculiaridad de que en el asiento de atrás, tienen que ir los dos pasajeros y sus mochilas. Estos, intentan estafarte de forma doble: Con la tarifa del vehículo y llevándote a hoteles o comercios, donde cobran comisión.

-Los Jelou: Ofrecen cualquier cosa, después de esta manoseada palabra: Jelou massage (masaje), Jelou restaurant (restaurante). jelou sunglasses (gafas de sol).... Son pesados, aunque inofensivos. ¿Imagináis, lo ridículo que seria si un frutero en España dijera: Hola cebollas o un joyero: hola, anillos?.

La escala de valores por esta zona de la tierra, tampoco es la habitual. El amor o la amistad, dejan paso por este orden y como máximos valores, a:   
 Dempasar, en Bali (Indonesia)
1.- La moto. Les puedes chillar, hacer un desplante, incluso insultarles, que no se inmutan. Pero no se te ocurra tocarles la moto. Sobre ella duermen, comen o ven la vida pasar, sentados mientras idean nuevas tretas para estafar a los turistas. Se desplazan constantemente sobre ella, aunque nunca supimos donde, dado que no tienen actividad alguna.

2.- Los calduverios: Les proporcionan esos momentos reconfortantes del día, en que se dan a conciencia a los apestosos caldos llenos de menudencias, patas de pollo o cabezas de pescado. Mientras y a la vez, amasan con la mano bolas de arroz blanco, que luego engullen. Es el único rato, en que dejan tranquilos a los visitantes.

3.- El casco: Nada de integral, sino parecido a los cascos de obra. No lo sueltan para nada, cual preciada joya. Lo llevan de la mano, incluso cuando viajan de una ciudad a otra en bus, ferry o tren. Y no se lo quitan para casi nada. Van con el puesto, a comprar al mercado, al cajero, a la playa e incluso a ver la puesta de sol, como el otro día pudimos ver en Kuta.    
                                                              Ubud, en Bali (Indonesia)
En cuanto a los pequeños incidentes, que nos ocurrieron durante estos días, no hay mucho que contar. Nos amenazaron con una piedra de veinte kilos y una llave inglesa, por discrepancias de precio de un transporte. Y me cayó desde el cielo, un animal de unos siete u ocho kilos encima. Entró mi chico, a preguntar una cosa a la oficina de turismo y yo me quede sentada a la puerta, con una mano sobre la otra. De repente, un pesado animal cayo sobre ellas dejándomelas temblando y llenas de arañazos superficiales. Cuando gire la mirada, lo vi huir corriendo. No logre distinguir lo que era, porque enseguida dobló una esquina, pero es posible que fuera un enorme gato. Menos mal, que parece que no me pegó nada chungo.
                                               Banyuwangi, en Bali (Indonesia)
Mañana nos vamos para Singapur y pasado para Manila.