Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.

miércoles, 17 de septiembre de 2014

Estrés y paz, en Trichy, durante el mismo día.

             Todas las fotos son de Trichy (India), excepto la última, que es de Kumbakonam (India)
           Corren las 16:26 del 28 de marzo, de 2.014 y quizás, estamos viviendo nuestro momento más apacible en India -salvo los del hotel y no siempre-, después de un día durísimo, en Trichy, que merece un post aparte, más que por sus atractivos -muy recomendables-, por ser para mi, uno de los lugares más inhóspitos de la India, superando a Gaya, anterior ganador.

          En estos momentos, rodeamos el templo Sri Ranganathaswamy, casi solos, sin tráfico. Media hora antes, un amable indio -el único, durante la semana que llevamos por aquí-, nos ha cedido el asiento en el autobús, nos ha advertido de la dureza del país -no sabe, que es nuestro segundo viaje-, nos ha indicado en que parada bajar, por donde ir y donde se cogen los buses de vuelta hasta nuestro hotel.

          Estos hechos tan gratificantes, en India, es casi imposible, que se produzcan en tan corto espacio de tiempo. ¡Somos chicos con suerte!. Tal vez porque la buscamos e insistimos e insistimos.
El día había comenzado también, con otras tres buenas noticias: en Trichy hay transporte público; con una sola linea de autobús -la número 1-, se visita todo lo importante y existe una eficiente oficina de turismo, cerca de los hoteles. Lo chungo, chungo, estaba por llegar

          Animados -a pesar del carísimo precio del hotel-, nos vamos al templo de la Roca, que se ubica en una fortificación, en la que se desarrolla un enorme mercado (tal vez, sin miedo a equivocarme, el lugar más caótico de India, donde incluso, corre riesgo la integridad física). Para variar, todo se conjuga en nuestra contra:

          1º.- Es la una de la tarde y aunque llevamos más de dos litros de agua cada uno en el cuerpo, nos morimos de sed, sin poder solventar el problema.

          2º.- Hace 45 grados y el sol está cayendo de plano, desde varias horas atrás.

          3º.- El hambre es feroz. De hecho, llevamos cuatro días sin comer carne y lo único -y muy numerosos, por cierto-, que hay, son los recurrentes vegetarianos, donde sirven “veg biryani”, asqueroso arroz al limón y el mismo epíteto para el de tomate (que de esta hortaliza, más bien, tiene poco).

          4º.- Las calles dentro de esta fortaleza, son estrechísimas, más pobladas de cacharros que nunca y sobre todo, de personas: indios y unas cuantas musulmanas, que no están dispuestas a renunciar a su camino, aunque te lleven de por medio. Es tanto el estrés, que mi “indiómetro” está en su punto más álgido, a punto de explotar.   
          
          Menos, lo último, todo se fue solucionando, paulatinamente y con menos paciencia, que impaciencia. Encontramos frescas bolsas de agua y -tal vez-, el único sitio de biryani, de escaso pollo – y caro-, aunque al menos, presente, de este área de la ciudad. El calor, por primera vez en India y a media tarde, fue remitiendo y llegó una leve brisa. ¡Hasta nos comimos un helado y unas ricas bondas de patata y “verdurajos”!.

          A las dificultades reseñadas, debemos añadir la de encontrar hotel adecuado, que llevó su tiempo. Aquí, en Trichy, también nos rechazaron en algunos o nos pedían precios imposibles. Pero, una de las peores experiencias de pernoctación en nuestros viajes, la vivimos en Kumbakonam. Al menos, siete especies de bichos distintos en la habitación: mosquitos, mariquitas, cucarachas, lagartijas, insectos varios de colchón, hormigas, seres vivos alados de dudosa reputación... Una tormenta premonzónica bestial, nos dejó casi toda la noche sin iluminación. ni ventilador. Además, y para completar, padecí unos molestos dolores de barriga y estómago, más inquietantes, que molestos.

          ¿A que no sabéis, que los propios tuck-tuck, ya tienen wi-fi en la India? Así, que además del tedioso proceso de negociar el precio, hay que pelear para obtener el pasword. ¡No os lo creáis!. Si no vas a sitios muy turísticos o a hoteles de postín, te puedes pasar un mes sin wi-fi, en el país.  

martes, 16 de septiembre de 2014

Buenas noticias llegan a India: ¡¡¡LA DÉCIMA!!!

                                                      Las tres primeras son de Chidambaram (India)
          Chidambaram y su famoso templo nos han decepcionado. La ciudad es una caótica y apestosa ciénaga y el lugar sagrado no es para tanto, ni para la mitad.

          Kumbakonam, en cambio, nos ha parecido bastante interesante y agradable. En principio, era un lugar no previsto en el itinerario, pero al tener que cambiar de cacharro para ir a Thanjavur y leer sobre sus encantos en la guía, nos entro curiosidad. Cuenta con tres bonitos y bien conservados templos -uno de ellos con estanque, que es precisamente el más vistoso por dentro- y unas ajetreadas callejuelas cubiertas y descubiertas, donde se desarrolla un animado mercado de fruta, ropa, complementos varios y objetos sagrados.

          Thanjavur, para nosotros es, el gran y más espectacular templo del sur de India. Será, porque es casi el único en esta región, que no tiene colorines. También dispone de un palacio, donde hay algún buscavidas -escasos en esta zona meridional-, intentándote vender drogas diversas. Salvo en Chennai o -intermitentemente- en Puducherry, los tuktukeros ni te miran. ¡Que diferencia con el norte del país!.

          En estos cuatro destinos reseñados, si incluimos el próximo a visitar -Trichy-, nos hemos cruzado, exactamente, con dos turistas extranjeros.

          Por lo demás, nuestro ritmo sigue frenético, viajando en viejos autobuses estatales, bebiendo unos cinco litros de líquido por cabeza al día -y no incluyo la cerveza, que es muy cara para nuestro presupuesto- y soportando el ritmo de las ciudades cacharro, tantas veces mencionadas en este blog, con calles -estrechas o anchas- en las que da el abrasador sol todo el día, porque no hay edificios de altura. Ruido y más ruido, con el constante e interminable, pi, pi, pi, pi, del insoportable tráfico. Y los malditos indios, que son lo peor de India y ya es decir.

                                                            Esta y las dos siguientes, son de Kumbakonam (India)
          Para ser más gráficos, os detallo paso a paso, la estructura de una típica ciudad de India del sur, de entre treinta mil a -más o menos- trescientos mil habitantes. A saber, partiendo desde el interior hacia el exterior de cada calle:
    1º.- Tienda o establecimiento de cualquier tipo, con carros de carga y descarga colocados cerca del escaparate o de la puerta.

    2º.- Puestos de estructura y mercancías diversas, ubicados sobre la acera (si es que la hay, claro, dado que no es muy frecuente).

    3º.- Canalizaciones varias de la ciudad. tapadas por losetas, destapadas o mitad y mitad (lo más habitual).

    4º.- Motos aparcadas en batería o en fila india -que es la menos india de las filas-, saliendo y entrando, como si fueran las piezas del ya vetusto Tetrix.

    5º.- Tuck tucks estacionados o moviéndose y cacharros de diferente naturaleza ygénero, normalmente, con ruedas.

    6º.- Los peatones, esquivándolo absolutamente todo, incluidos vehículos y a las voluminosas gordas de los saris.

    7º.- Cuando atardece. los del punto número 6, pasamos a este otro, dado, que en ese lugar, se forman tertulias de lugareños, supongo, que comentando los sucesos del día (que por otra parte intuyo, son tan similares, como tan escasamente alentadores, en relación con el día anterior).
                                                     Esta y la siguiente, son de Thanjavour (India) 
         La India es maravillosa, fantástica, no tengo palabras..., pero vista desde el hotel o desde el recuerdo. Empezamos a estar cansados de templos. ¡A ver si ya llega la hora de irnos a las acogedoras playas de Kerala!.

          Como cualquier paranoia pasajera -muy típicas de los viajes largos-, comenzamos a evaluar, si nos está mereciendo la pena este segundo viaje a la India, donde ya no disfrutamos tanto de sus encantos -como la primera vez-. pero sí sufrimos, igual, sus duras condiciones de vida. A día siete de periplo, pensamos que no, pero queda mucho partido por jugar y muchos nuevos lugares por conocer. Y hablando de partidos: ¿qué le pasó al atlético en el minutos 93?. ¡¡¡¡LA DÉCIMA!!!!, vivida desde India -concretamente, desde Puducherry- con insaciable alegría.

lunes, 15 de septiembre de 2014

Y todo sigue igual (o peor).

          Con perdón para la deliciosa cocina de Ferrán Adriá, la India cada vez se parece más a uno de sus platos: deconstrucción, para tratar de volver luego a construirse. Pero, el caso es,que este segundo momento, no llega nunca. Me podría ahorrar este post, porque lo que voy a contar, a continuación, ya está escrito mil veces en los correspondientes al primer viaje a este país.
Todas las fotos del post son de Puducherry
          En los pocos días que llevamos por el sur, nada nuevo, nada ha cambiado, nada-absolutamente- nos ha sorprendido. A India, le debe pasar como a España: que avanza en las grandes cifras y datos macro-económicos, pero en la calle. “ná de ná”. Buscábamos la actualización India 3.0 y nos hemos quedado con el mismo arcade, de 2011. Con el agravante de que estamos en la época de calor -no baja de 30 grados y se superan ampliamente los 40 ó 45- y pronto vendrán los monzones.

          Como conté en su día, Madrás -Chennai- es la gran ciudad desastre del subcontinente indio. Bueno, pues ahora más, porque han comenzado una monumental obra para construir el metro, sin fecha de finalización (posiblemente, décadas). Por supuesto, en los alojamientos económicos, siguen sin aceptar extranjeros, así que como ya conocemos la ciudad y no nos gusta estar donde no nos quieren, nos piramos para Puducherry, ipso facto.

          Bueno, no tan deprisa, dado que debimos esperar varias horas en la estación de trenes, contemplando a centenares de durmientes -que no siempre dormidos- sin techo, amontonados en el hall y ratas mas grandes, que gatos, vagando a sus anchas por los andenes. Mientras, una señora entrada en años, se lava agitádamente sus partes, a la vista de todas las demás, en el baño.

          Los cambios en Puducherry se reducen. a que hay más aceras levantadas -grava y arena en la zona más noble- por todas partes, los precios de la cerveza han subido, considerablemente, en las tiendas de alcohol y hay muchos carteles incitando, a cosas, que no se cumplen, ni hoy ni tampoco se llevarán a cabo en el siglo 37:

          ”No conduzcas en moto hablando por el móvil o transportando objetos voluminosos”, "no abuses o intimides a las mujeres -con amenaza de un año de cárcel-”. “no circules en coche bebido o muy deprisa”...


         Mañana nos vamos a Chidambaram, Tanjavour y Trichy: ya os iremos contando, lo que supondrá una buena ración de templos, que esperemos, no se nos indigeste. Mi pareja y yo seguimos debatiendo: si la próxima vez, que ya en España, uno de los dos sugiera volver a India, darle calambrazos y atarlo a la pata de la cama, hasta que deponga su actitud o por el contrario, establecernos aquí de por vida.

          Creedme: ¡no hay caminos intermedios!.

Nuestro segundo golpe de estado... ¡A por el tercero!

 La estancia en Tailandia se dilató más de lo esperado. Fuimos a Phimai y nos colamos en sus pequeñas, pero muy valiosas ruinas. Y terminamos en Petchaburi, que cuenta con varios recogidos templos, siendo el más interesante, el de la colina.
                                                                  Phimai (Tailandia)
          El caso es, que esta primera parte del viaje termino, convirtiéndose en la peli del “Día de la Marmota”. Porque, casi después de cada destino, había que retornar a Bangkok, recogernos en nuestro alojamiento en Khaosan, hacer lo mismo de siempre y volvernos a ir. Y, especialmente y dado que siempre vamos andando, cruzar la multitudinaria concentración, que se extendía desde el templo Saket -mas allá de la plaza de la Democracia-, hasta casi la misma entrada de la zona de los guiris (para quien no conozca Bangkok, la ya mencionada zona de Khaosan).
   Esta y la de abajo, de Nakhon Rachasima (Tailandia)
          Pero, empecemos esta historia por el final.

          Ya en nuestra querida Puducherry, India, el día después de abandonar Tailandia, trasteando con la tablet nos enteramos, de que durante la jornada anterior, había habido un golpe de estado en el país de la eterna sonrisa. No sabemos aún, si justo antes de irnos, después o incluso, durante nuestra estancia en el aeropuerto.

          Fue entonces, cuando entendimos muchas de las cosas contempladas. En uno de nuestros regresos, de ya no me acuerdo dónde, a la capital, encontramos la ya citada gigantesca acampada. Miles de personas ubicadas bajo techados artificiales, en tiendas de campaña, sin hacer nada ante la pasividad de la policía, escuchando discursos y arengas en pantallas de televisión y vitoreando, de vez en cuando, pero tampoco muy efusivamente, a supuestos líderes. La música era militar, pero los que lanzaban sus soflamas no tenían uniforme o distintivo alguno. Eso sí, la bandera tricolor y el himno nacional ocupaban todos los espacios disponibles.

                                                          Frontera entre Tailandia y Myanmar
          El resultado para los viandantes -guiris o no-, de lujo: el tráfico cortado y comida variada y rica -aunque un poco fuertecita-, bebida, café y dulces, siempre gratis, durante todo el día. ¡Sólo faltaban los cubatas y los mojitos¡

          Dada la escasa tensión y presencia de policía o ejército, la evidente ausencia de periodistas y la de extranjeros, supusimos, que se trataba de algún evento festivo tradicional. No le dimos más importancia, porque nos venía genial: tráfico cero en pleno centro de Bangkok y calduverios a gogó, para engordar nuestra tripa todas las noches. Pero, pasaban los días y empezamos a sospechar. Para celebración folcclórica, sin más, estaba quedando ya muy largo.
                                              Nakhon Rachasima
          La tarde de nuestra marcha hacia Madras -supimos después-, se decretó el toque de queda, afectando incluso a Khaosan -donde todo fue cerrado a cal y canto- y no sé, si también, a la propia acampada.

          Es nuestro segundo golpe de estado en directo. Y como en Mali, no nos enteramos hasta después. Desde luego, guiris muy listos no somos, pero al menos y en ambos casos -en el primero, con exhibición de tanques y metralletas incluidos-, vivimos como una fiesta, lo que era para dar pánico. ¡La inconsciencia de los ignorantes!

          Y, ahora y dadas las dotes, que tenemos en esta materia, ¡a por el tercero!. ¿Que os parece, si regresamos mañana a España?.
Petchabury (Tailandia), arriba y Nakhon Rachasima, abajo

viernes, 12 de septiembre de 2014

¡Hasta los coj...holies!

Frontera cerrada al tránsito, entre Myanmar y Tailandia, arriba y abajo, derrumbe después de una tormenta, retornando a Kanchanaburi
          En no pocos países del tercer mundo, hay decenas -diría, centenas-, de días sagrados -holy-, supuestamente festivos. A efectos prácticos significa, que te prohíben comprar alcohol, durante todo el día, incluida la cerveza (el vino da igual, porque fuera de Europa tiene precios imposibles). En realidad y por lo demás, todo sigue igual. La gente monta sus puestos, abre sus negocios, realiza sus gestiones cotidianas y, en definitiva, se dejan la vida en su trabajo, a pesar de que Buda o Visnu, estén de ostentosa y continua celebración.

Kanchanaburi (Tailandia)          
Siempre es todo lo que suene a alcohol -aunque sea de un grado-, el damnificado, dado que no hay un sólo día al año, por holy que sea, en que se prohíba aparcar la moto en la acera, comer calduverios apestosos en los tenderetes callejeroz o cederte el turno, como peatón, en los pasos de cebra. Si acaso y no faltará, en el vecino templo hay un integrista soltando discursos y arengas o si no, una grabación repetitiva, que te machaca recordándote lo sagrado que es el día de hoy y lo mucho que les debes (aunque no sepas, el qué, ni el por qué).

          Conocíamos estas incomprensibles costumbres de nuestros periplos por India o Sri Lanka, pero no nos las imaginábamos en Tailandia, donde ya habíamos estado varias veces y no nos habían tocado.
Estas tres últimas, son de Nakhon Rachasima (Tailandia)
                                                       
          Pero, como si nada, llegó el maldito 13 de mayo, con sus 42 grados a media mañana, cuando nos enteramos de que era el VISAKMA BUCHA DAY y ni siquiera -en teoría- podíamos tomar una maldita cerveza, durante toda la jornada de hoy. Si esto te ocurre en India o Sri, estás absolutamente perdido. En Tailandia, sin embargo y aunque los grandes supermercados y los Seven Eleven aplican la exigencia gubernamental -que perjudica a empresas y a clientes-, las pequeñas tiendas -con más o menos discreción-, te venden lo que les pidas. Así, que la primera, fresquísima y casi de un trago, nos la bebimos a la salud de Buda y la segunda, a la del intolerante gobierno bananero Thai (en la cuerda muy floja, aunque en esos días, aún no lo sabíamos).

          La tontería es soberana. Porque a los guiris despistados, que no estamos al tanto del “holycalendario”, nos pueden causar molestias con el asunto. Pero, cualquier lugareño, compra las bebidas, que necesite, el día antes y las ingiere, cuando le apetezca (sea holy o no)

          Por lo demás, Nakhon Raschashima nos ha parecido un lugar muy recomendable, bello, tranquilo y alejado de las rutas turísticas clásicas y del mundanal ruido de Bangkok. Tal es así, que la señora del puesto de las salchichas, que nos ha servido unas cuantas -somos hambrientos de pro, que somos-, ha flipado. La noticia, primero, se la ha contado a su vecino, el aburrido tuktukero. Después, seguro, que alborozada, lo ha transmitido como el tema familiar de la cena.

          Estamos tan a gusto por aquí, a pesar del infernal e insufrible calor, que todavía no hemos comprado los billetes para Calcuta, nuestro probable primer destino en India. ¡Todo llegará, a no mucho tardar!.

jueves, 11 de septiembre de 2014

¡Cuando las cosas se enredan!

Incluida esta selfie, todas las fotos de este post son de Kanchanaburi, salvo las 2 últimas, que pertenecen a Sangkhlaburi (Tailandia, en ambos casos)

          Después de 25 años de viajes, aún mantenemos muchos misterios sin resolver, afortunadamente (dicho sea de paso). Y uno de ellos, ocurre en Asia: cuando las cosas tienen posibilidades de enredarse, siempre se enredan. No recuerdo casi ningún día de viaje por este continente, en que no me enfrentara a una situación surrealista. Casi nunca, nos pasó en África y eso, que en términos generales, los asiáticos son más templados, que los del continente negro. Creo, que asiáticos y europeos, tenemos formas de ver la vida muy distintas. Ni mejores, ni peores, pero incomprensibles para ambos. Sirva esta endeble y poco argumentada teoría, para detallar un hecho, de cuando las cosas se enredan.

          Sólo habíamos cambiado 50 euros en Khaosan, a muy buena tasa, por cierto. Para que más: sitios habrá en la turística Kanchanaburi. Pues no. Calle kilométrica de bares, restaurantes, guest houses y, sobre todo, viejos babeando y babeando en los bares y ni una sola oficina/chiringuito de cambio.

          Aguantamos, porque todavía teníamos bahts y nos vamos a Sanghklaburi. Llegamos justo, siendo viernes al mediodía, cuando los bancos están cerrando y no admiten ni un único cliente más. Ni una sola casa de cambio o sitio donde canjear nuestra -supuestamente- poderosa moneda occidental. A duras penas, tenemos para comer, pagarnos el alojamiento y el tedioso transporte de vuelta.

          Son las ocho de la tarde del sábado y ya de retorno, en Kanchanaburi, continua la pesadilla, dado que los alejados cambios del puente sobre el río Kwai cierran a las cinco de la tarde y el de un banco más céntrico, a las seis. Ni siquiera una agencia de viajes usurera -como comprobaríamos al día siguiente-, que nos recomiendan, está abierta.

          Tentamos un alojamiento nuevo, que creemos mejor que el anterior. Todo son amabilidades y facilidades, hasta que hablamos de pagar mañana: “is full”, responden entonces, sin más miramientos o compasiones.

          Volvemos, entonces, al de la otra vez, esperando que confíen en nosotros, por ser clientes ya contrastaddos. El chico habla un poco de inglés, pero no lo entiende (algo no infrecuente en Tailandia). Ha aprendido, mecánicamente unas frases, pero no sabe interactuar. Acepta acogernos, pero mantiene nuestro equipaje bajo llave, retenidos, hasta que hagamos el check-in. Salimos, entramos, volvemos a salir y a entrar, durante un par de horas y siempre la misma pregunta: “check-in now?”. Como no queremos tener sorpresas, le entregamos los justificantes de pago de las noches anteriores. Ahora sí, parece que lo ha entendido y nos devuelve nuestras pertenencias. !Que alivio, tan solo se trata de pagar por la mañana, una vez consigamos efectivo!.

          Pero, la enredada y -a priori- insignificante historia, no termina ahí:

          A las 7:30 horas de la mañana, alguien llama a nuestra puerta, interrumpiendo nuestros placenteros sueños. El chico de ayer, sonriente, ha terminado su turno y nos despierta para devolvernos nuestros recibos de las noches anteriores. Parece ser -nada es seguro en esta Tailandia menos explorada- que todo está aclarado con su jefe. Pero, aún tuvimos que sufrir. En la oficina de cambio del centro, tenían el ordenador estropeado y nos echaron con cajas destempladas y sin más. Sobre la bocina y ya temiendo, que fuéramos a acabar en la cárcel, conseguimos pagar la habitación. Tailandia es el país de la eterna sonrisa, pero como en otros muchísimos lugares, siempre con el dinero por delante.

          Al hilo de todas estas vicisitudes, propongo varios y preventivos consejos:

          -En general, Tailandia es bastante turística -aunque hay zonas y otras, que muy poco-, pero si estáis bastantes días y os vais a mover por el país, tratad de cambiar en Khaosan, más de lo que necesitéis (lo que te sobre te lo reconvierten a euros o dólares con escasa penalización).

          -Sacar del cajero: podría ser la alternativa, pero los bancos thais meten una abusiva comisión que se os quitaran las ganas


          -Si tenéis sólo 250 bahts -era nuestro caso- y no hay posibilidades de conseguir más, mejor abastecerse de comida, bebida y alcohol y luego, ya pensar, como negociar una habitación. Si lo hacéis al contrario, tendréis sábanas y almohada, seguro, pero dudo, que hidratación y viandas varias, que llevaros a la boca.   

lunes, 8 de septiembre de 2014

Bangkokeando

                                                                   Sangkhlaburi (Tailandia)          
          ¿Y Bangkok?. Pues, como siempre. Tengo la sensación y es motivada, de que si me reencarnara, dentro de 150 años en algo o alguien -bicho frito de Khaosan incluido-, todo sería igual: los abundantes puestos de calduverios, las sopas picantes del Eleven, los viejos guiris baboseando con jovencitas, los molestos tuck tuck, el caos controlado, la humedad, los olores fuertes, los tranquilos templos, las piernas y el culo perfecto de las jovenes lugareñas, el incienso tapándolo todo, los anglosajones mamándose en el Khaosan, la deliciosa, animada y colorida Chinatown... A pesar, de no haber cambiado casi nada y tras siete visitas en los últimos seis años, nos sigue fascinando Bangkok.
     
          Aunque, sí podemos detallar dos acontecimientos novedosos. Vivimos el cumpleaños del rey, en el que enfervorizadas decenas de miles de personas con camisetas amarillas e inscripciones diversas, vitoreaban a su monarca. Gente esperando horas y horas bajo el sol, a más de 40 grados, para recibir como respuesta, arengas, agua algo fresca, helados, caramelos pegajosos del Eleven e imposibles de abrir, refrescos calientes con sabor a azúcar artificial y poco más.
Bangkok (Tailandia)
          El otro hecho tiene relación con la conflictividad social del país, esporádicamente comentada en los medios de comunicación. pero no siempre tan evidente, como durante nuestras diversas estancias: concertinas escalofriantes y sacos terreros, salvaguardando los edificios oficiales y gran acampada de protesta en la Thanon Ratchadammen Kiang, justo detrás del Monumento a la Democracia.

                                                                             Kanchanaburi (Tailandia)
          Por lo demás, sino venís a esta ciudad en mayo, haréis muy bien. 29º-39º de máxima/mínima no es la mejor forma de disfrutar de nada. Estamos esperando el monzón, como agua de mayo. Perdón, de junio, que es cuando debe de llegar. Pero, que no os engañen, que en este mes ya hay un pre-monzón y también llueve, aunque no refresca. Y dicho eso, nos vamos con el ventilador a otro sitio porque para aire acondicionado, no nos llega (salvo cuando entramos en centros comerciales, en tiendas y los escasos supermercados)


           Por no aburriros ni un minuto más, termino con unos pocos flashes: Kanchanaburi, me gusta -por ejemplo- más que Chiang Mai (aunque pueda sonar raro). Shangkhlaburi, está bien, pero no merece la pena, por lo lejos que está. Y lo de las tres pagodas de la frontera con Myanmar, sencillamente, es un timo (al margen, de que está cerrada, como todas las líneas fronterizas del país birmano).  
Kanchanaburi, en ambas imágenes

¿El wi-fi matará a la estrella de los viajes?


                                                                                           Sangkhlaburi (Tailandia)
        Corrían los incipientes años ochenta, cuando alguien se atrevió a vaticinar, que el vídeo mató a la estrella de la radio. Afortunadamente, predicción tan catastrófica, nunca llegó a cumplirse, pero, ¿aniquilará el wi-fi a la estrella -esencia- de los viajes largos por libre ?. Seguro, que no, pero es otra interferencia más, a manejar con cautela. Desde luego, cualquier intrépido viajero de los sesenta o setenta hubiera siquiera imaginado todos los medios, que tenemos hoy en día, los trotamundos.
Bangkok (Tailandia)
          Partimos hacia Bangkok, con la tablet y los smartphones, reflexionando: ¿por qué no habría habido estos aparatos hace 25 años, cuando empezamos a viajar?. Aunque nos conformamos, pensando en las duras condiciones, que vivió Marco Polo hace siglos, cuando ni siquiera -como nosotros en 1989- no podía acercarse al ofuscado funcionario de la RENFE, de la calle Alcalá de Madrid a suplicarle un mapa de los ferrocarriles de Europa para poder hacer una fotocopia, que guiara nuestro interrail.

                                                                                      Kanchanaburi (Tailandia) 
         Comprobamos entusiasmados, que en la Tailandia turística, todos los hoteles -hasta el más cutre y desangelado- tienen wi-fi. Nos pusimos manos a la obra con nuestros trastos tecnológicos. Era admirable: ahora podíamos preparar nuestro periplo desde la habitación del hotel, sin ir al ciber, relajadamente y tomando y comiendo algo.

          Más tarde, nos adentramos en foros, en prensa, quisimos seguir al dedillo el desenlace de la liga española... y apasionadamente y sin pestañear, terminamos viendo Velvet y el magnífico final de El Príncipe. Una voz lejana, pero persistente y rezongona, nos decía, que esto no era lo de los viajes largos anteriores.
                                            Phetchaburi (Tailandia)
          Tras diferentes avatares por el país de la eterna sonrisa, acabamos alojados en una curiosa y algo decrepita y decadente cabaña, en Sangkhlaburi, propiedad de un curtido y simpático alemán , que con un modesto cartel, da la bienvenida a rednecks, backpackers, old hippies, vikingos y duchts. ¡Oh Dios!. Nuestra primera noche sin wi-fi. ¡Qué ansiedad, qué terrible e insuperable síndrome de abstinencia!

                                                                           Nakhon Ratchasima (Tailandia)
          Pero, finalmente, sin la necesidad de un tranquimazin o valium, la tensión fue disminuyendo: lavamos la ropa amontonada hacía días, conversamos sobre las experiencias de la jornada, nos miramos a los ojos, escribimos el diario de viaje y este post y nos volvimos a sentir como antes, como siempre: “on the road” y no “in the net”.


        Tal vez, el wi-fi -y aún más, la inmediatez de whatsApp-, sea el mejor invento para el viajero, en décadas. Pero mal utilizado, te puede eclipsar un viaje y acabar con toda la esencia y las emociones del mismo. ¡Estáis advertidos!. Ahora, la decisión es vuestra.
Ayutthaya (Tailandia)

viernes, 25 de abril de 2014

Segundo intento de sexto viaje largo (esperamos, que sea el bueno)

                                                                        Agra (India)
          Después de numerosas contrariedades y de resolver diversos problemas, parece, que en breves días, nos largamos a Asia, por dilatado tiempo. Nuestros destinos no han variado, en relación con los del anterior post. Pero sí, la forma de llegar hasta Asia.

          Con altas probabilidades -aunque, no seguras-, recuperaremos los 360 euros perdidos, en los malogrados vuelos con Pegasus Airlines -compañía de pésima atención al cliente, donde van a lo que van (la pasta)-, entre barcelona Y Dubai, gracias a las arduas negociaciones con la compañía de seguros, de nuestra VISA oro.

          Aunque, no tenemos aún los billetes, pretendemos no demorarnos más de una semana en partir, con dos opciones y un único destino inicial, la que es nuestra segunda casa: Bangkok (sexta vez).

                                                                                      Bangkok (Tailandia)
          La primera es la compañía Norwegian -low cost noruega: Barcelona-Oslo (67 euros) y Oslo-Bangkok (161). Austeridad para un viaje tan largo y no muy buenos horarios. Nos tendríamos, que hacer cargo del tema comidas, durante dos días, que de facto significa, llevar viandas para ese tiempo, dado que ni nos atrevemos a depender de la manutención en el aeropuerto noruego.
Varanasi (Inida)
          La segunda nos atrae más: Madrid-Bangkok, con escala en Zurich, con Swiss Air, por 277 euros. Sería un viaje más cómodo y con menos preocupaciones, aunque con una escala de 10 horas, en la que no saldremos del aeropuerto, dado, que conocemos Suiza de cabo a rabo.

           Después de darnos un paseito por Tailandia, por algunos lugares, que no conocemos, volaremos a Calcuta, con IndiGo (unos 67€) y pasaremos dos meses en India. Luego, Bangladesh y después... ya veremos...


           Trataremos de iros contando algo, aunque no somos mucho de ir al ciber durante los viajes (lo imprescindible). Si no, a la vuelta.